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Mostrando las entradas de 2011

El adios de Santa Claus

Entre abrí los ojos simulando estar dormido y lo vi, venia en puntillas con la bicicleta al hombro. Mi corazón palpitaba agitadamente, pero logre contener la creciente emoción hasta tenerlo cerca de la cama, el "Niño Dios" que venia con mi anhelado regalo navideño resulto se mi papa!. De esta forma y a los 10 años perdía una de las tradicionales fantasías de la infancia y comenzaba a transitar el camino de la pubertad con los temores y ansiedades propios de la edad. Y es que el hechizo de lo mágico, el encanto de la fantasía radica en eso, en el misterio que oculta el hecho, en el asombro que nos produce lo inexplicable que oculto tras el velo del misterio nos desconcierta ante su aparición. Los regalos que misteriosamente aparecían al día siguiente debajo de nuestras camas, en el pesebre navideño o mas recientemente el el arbolito de navidad, estaban envueltos en ese halo de fantasía que la tradición ha hecho perdurar hasta nuestros días. la cual, de niños la vivimos

El día de acción de gracias

"Thanksgiving Day" , nombrado así a secas y en inglés a los recién llegados a Estados Unidos no nos dice mucho; solo un día festivo mas, que nos permite descansar, comer pavo y otras delicias hasta la saciedad; se preparan y se sirven mas comidas que en las fiestas navideñas, se reparten besos y abrazos, para después llenos y hartados ir a casa, levantarse temprano para las compras del "Viernes Negro" que, dada su importancia en el comercio de este país a ido creciendo y opacando al "Día de acción de Gracias" hasta el punto de que durante todo el año solo se habla y se espera el "Black Friday" . En fin de cuentas esta nación basa su poderío y supremacía mundial en el libre comercio y en el consumismo, que es algo tan adictivo como el juego, el licor o el cigarrillo. Pero no contentos con las jugosas ganancias que le produce este día a la economía del país, los "gurus" de la mercadotecnia se inventaron el "Cyber-Monday" ,

El clavo en la pared

La escalera quedo en precario equilibrio, mis manos trataron de aferrarse a la pared pero no alcanzaban a tocarla. Comencé a caer de espaldas al vació. Por la época en que recién salía de la bancarrota del periódico y en vista de que no conseguía como ganarme la vida, decidí aceptar un empleo en construcción, que con el turismo, son las dos fuentes de trabajo que mueven la economía del estado de la Florida. Un vecino del condominio era contratista de unas casas que se estaban construyendo en el oeste del condado de "Broward" y acepto llevarme con el para la siguiente semana, aun a sabiendas de que no tenia ningún tipo de experiencia en el trabajo que iba a realizar. Fui, con mi esposa muy contento a comprar las herramientas necesarias para comenzar a trabajar: el taladro que tenia que ser de tal marca, que fuera liviano y soportara el día entero girando y girando en las resignadas y sufridas cabezas de los tornillos, un martillo, unas tijeras grandes y fuertes que cort

Un día más no aguanto!

El silencio reino por 48 horas en la casa. No hubo regaños, se silenciaron los gritos y la imperativa voz llamando al orden de mi esposa: "Mateo y Lucas apaguen el televisor!, recojan esto!, recojan lo otro!, no jueguen y hagan las tareas!, dejen esa perra quieta!, tomense la sopa!, a bañarse!, cepillense los dientes y a dormir!, "LES HABLE, NO OYERON!". Yendo camino para la casa me envió un texto diciendome que se había quedado sin voz, por una laringitis aguda, que necesitaba reposo y tranquilidad. Después de colgar el teléfono pensé, no tendremos el estrés ni el corre corre de las tardes en casa con los muchachos y sus tareas, pues la mama no puede hablar. Lo primero que haré, soñaba ingenuamente, será destapar una botella de vino, escoger un buen libro y con música suave relajarme con una buena lectura hasta la hora de acostarme. Llegue a casa dispuesto a poner en marcha mis relajantes planes no sin antes abrazar a mi esposa, acostarla y prodigarle las a

De jovenes, la muerte siempre es cosa de otros

Después de los cincuenta cada que voy al médico o espero por algún análisis de laboratorio se me detiene el tiempo y la espera se me hace infinita, lenta, me voy muriendo de a pocos mientras llega el día del resultado. De muchachos y antes de la media centuria la muerte siempre es cosa de los demás. No nos toca su yerta mano ni su aliento fétido nos respira en la nuca. Estamos saludables, con un destino por delante en ascenso, sin limites. Miramos al horizonte y avanzamos sin que nada nos detenga, mucho menos una enfermedad, no hay por que preocuparse, estamos jóvenes, los viejos son los achacosos y enfermos. Pero la sabia naturaleza que todo lo transmuta con el paso del tiempo, no se olvida de nosotros, nos espera pacientemente. Suma año tras año nuestros onomásticos que antes celebrábamos con farras, incluyendo amanecidas cantando rancheras y ahora, simplemente con un pastel bajo en calorías acompañado de un vaso con leche descremada, desgrasada y de dudoso color transparente. El cue

Morir en un ascensor

De pronto se apago la luz y el ascensor cayó al vacío. Quede a oscuras tirado en el piso. Por mi mente cruzo un revelador y fatal pensamiento: "de modo que esta es la forma en que voy a morir, atrapado en un ascensor!". Era un lunes y estaba retrasado, tenia que llegar antes de las 4:30 de la madrugada a el desaparecido "World Trade Center". Estacionarme abajo de las torres gemelas para repartir en periódico "The New York Times" y terminar antes de las 6 a. m. que comenzaban las regulaciones de transito en el bajo Manhattan. El domingo anterior habíamos estado en el "Flushing Meadow Park" . Un inmenso pulmón verde situado en el condado de "Queens" que había sido tomado por la comunidad hispana para sus ratos de esparcimiento y festividades patrias. Sus amplias zonas verdes estaban convertidas en canchas de fútbol "soccer" , donde semanalmente se hacían torneos con ligas locales y con equipos representado a las nacion

Un gringo colombiano (de la época del hotel)

"¿Que escribimos aquí en las referencias de trabajo?" "Coloquen que han trabajado en New York en hoteles, estos gringos no verifican nada". Las que preguntaban eran mi hermana Ximena y Patita mi esposa, cuando recién llegábamos a la Florida. Con un hijo a cuestas y sin trabajo comenzábamos el peregrinaje de puerta en puerta buscando empleo. El que les respondía era mi hermano Vicente que las estaba acompañado a la entrevista para servirles de traductor. Habíamos llegado de New York y como inmigrantes recién desempacados buscábamos trabajo en lo que resultara para poder sobrevivir y mantenernos. La entrevista del hotel la obtuvieron gracias a un aviso desplegado en un costado del hotel que se veia desde la autopista interestatal I-95 que decía: "NOW HIRING" . A la cita llegaron pues los tres y la persona que los atendió era el gerente del hotel, un gringo en sus treinta abriles, de mediana estatura, robusto, blanco de ojos azules, atento y jovial llamad

La casona de mi abuela en San Nicolás

De la época en que Jorge Eliecer Gaitan en la plazoleta del barrio San Nicolás lanzaba sus encendidos y populistas discursos data la casa de mi abuela, tal vez de mucho antes. Situada en medio de la cuadra, frente al parque de San Nicolás, cuando este era un laberinto de pasadizos cubiertos de espesa vegetación que conducían al centro de la plaza, donde, imponente como un gigante se alzaba una enorme ceiba que con sus brazos protectores cubría y sombreaba el epicentro del mismo. Vivía en la ceiba un viejo oso perezoso que permanecía adormilado casi todo el tiempo colgado de las ramas, sus patas y manos, de tres uñas largas y aceradas le daban un aspecto feroz, pero era inofensivo, nos gustaba despertarlo tocándolo con una rama larga, para luego salir corriendo a escondernos detrás de los arbustos a reirnos de la travesura. Los "emboladores" , una especie extinguida por las afugias y prisas de la vida, que se la pasaban todo el día en el parque, cada uno adueñado de una banc

Y Cali ardió

Estábamos rodeados! La policía se acercaba rápidamente cerrando el circulo. En cuestión de minutos caeríamos. "El 26 de febrero prendimos la ciudad de la quince para arriba, la tropa en todas partes, vi matar muchachos a bala, niñas a bolillo, a Guillermito Tejada lo mataron a culata, eso no se me olvida. Que di piedra y me contestaron con metralleta." "El atravesado, Andrés Caicedo" Lograron entrar burlando el cerco de vigilancia en la portería del colegio Santa Librada de Cali. Cuatro muchachos y tres muchachas, todos de la Universidad del Valle. Se distribuyeron tomando cada uno un salón de clases de sexto grado con arengas y gritos de protesta contra el régimen opresivo que imperaba en el país. Los de sexto grado salieron repitiendo a coro las arengas, recogiendo cuanta piedra, palo o ladrillo encontraran a su paso. Pasaron a los de quinto grado y fueron llegando hasta el primer grado, quedando todos en los pasillos y patios del recinto. Ya en el patio, y

Los "Muchachos" del Caquetá

Salieron de la nada, eran unos 15 o 20 hombres armados. "Desmonten de sus caballos y se tienden en el suelo boca abajo señores!" , vocifero uno de ellos. Corría el año 1.980 y estábamos pasando una temporada en la finca de mi ex-suegro. Llevábamos ocho meses y aun no me habituaba a las duras faenas del campo. De madrugada, a las cuatro se levantaba doña Aura, mi ex suegra una mujer de carácter fuerte y don de mando, que manejaba el hato con mano férrea, daba ordenes y controlaba capataces, jefes de cuadrilla, obreros rasos y temporales con la misma voluntad y dominio que llevaba su hogar. De facciones aindiadas y recias, piel trigueña, pelo negro lacio, robusta e incansable en sus labores. Don Serafín, su esposo, no se quedaba atrás, apacible en su comportamiento pero estricto y justo en su trabajo, llevaba todas las cuentas en su cabeza. Habían salido muchos años atrás huyendo de la violencia de los "Godos" contra los "Liberales" en su natal Sale

El lunar en la espalda

"Usted ya conoció su alma gemela y la dejó ir" "¿Cómo, quien era?" "No se, aquí no aparecen los nombres, pero la vida le dará una segunda oportunidad, no la deje escapar como la anterior" "¿ Y como la reconoceré?" "Por un lunar en la espalda, como el que tenia la anterior, una mancha de piel un poco mas oscura". Esas palabras me las decía una psicóloga y psíquica brasileña que había conocido en El Bronx mientras sostenía mi mano en busca de mas indicios o señas que, grabados en la misma me indicaran el futuro. Su voz se fue alejando mientras me iba remontando al pasado a tiempos idos, lejanos, olvidados en algún polvoriento lugar de mi memoria. De un amarillento color sepia la imagen fue coloreandose de a poquitos mientras, a medida que sus tonalidades se iban acentuando, reverdeciendo como un paisaje de invierno floreciendo en primavera, fue cobrando vida una escena de despedida en el aeropuerto de Miami, unos "te quiero"