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Mostrando las entradas de 2016

Una historia de dolor y esperanza

"Y la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo levantará; y si hubiere cometido pecados, le serán perdonados." Santiago 5:15. El creyente leyó por enésima vez el versículo, miró al cielo en una suplica desesperada, en un ruego angustioso, con lagrimas en los ojos caminó hacia la salida del pequeño oratorio del hospital; sacó del bolsillo el diagnostico que el doctor le había entregado minutos antes, enfocando con los ojos nublados repasó las ultimas palabras del informe escritas en mayusculas: CANCER TERMINAL. Arrojó el papel a la caneca de basura y se dirigió al pasillo de cuidados intensivos del hospital. En el vuelo de New York a Cali se movía intranquila en el asiento, no podía dormir, cerraba los ojos y veía imágenes de su hija en diferentes etapas de su vida. Habían compartido tristezas y dolores, pero también muchos momentos de felicidad, como cuando después de mucho insistir logró que le dieran la visa para venir a los Estados Unidos. Momentos inolvidables,

... Y con el mazo dando (Parte 2)

Salió calladamente del motel, al pasar por el espejo del cuartito se miró sin detenerse y se alisó la despeinada cabellera con la mano. Antes de cerrar la puerta tras de si dirigió una ultima mirada al cuerpo que de espaldas dormitaba tranquilamente en la cama recordando que minutos antes esa fuerza volcánica la tuvo sobre si quemándole la piel y llevándola al paroxismo de la locura. Ya sentada en el carro respiró profundo, volvió y se miró en el espejo  retrovisor del carro. Tomó un paño húmedo de su cartera y procedió a limpiarse el corrido maquillaje de los ojos cuando el sonido del celular la sobresalto. Eran las 10:30 de la noche, -Aló- dijo con cansada voz. Una vocecita la espetó al otro lado de la linea: -Mama, a que horas vas a venir, no me puedo quedar dormida sin ti en la cama.- Soltó el teléfono y se desgrano en llanto. Fue un sollozo ahogado al comienzo, luego la invadió un sentimiento de culpa, de vergüenza que le abrió las compuertas del alma y un llanto infinito anegó s

menos FACE, mas BOOK

"La ciberadicción se establece cuando el niño deja de verse con sus amigos y se instala frente a la pantalla con sus videojuegos, el adolescente presta más atención a su Iphone que a su novia o el joven no rinde en los estudios porque revisa obsesivamente su correo electrónico. En todos estos casos hay una clara interferencia negativa en la vida cotidiana." (Estallo, 2001). Mirando a mi alrededor, ya sea en el parque, la playa, restaurante o sala de cualquier casa, observo que el 99% de las personas están absortas, hipnotizadas con el rectangular y mágico aparato inteligente que les permite acceder al internet. De ese 99%, el 98% están navegando por las redes sociales, idiotizados compartiendo videos estúpidos que en cuestión de minutos se vuelven virales o de contenido religioso que nos invitan a darle “me gusta” al mensaje, o condenarnos en el fuego eterno en caso de ignorarlo. Semejante a una nueva droga, en este caso cibernética o virtual se va apoderando de la vol

A Dios rogando... (Parte 1)

Se hincó ante el altar de la iglesia como todos los viernes, solo que esta vez no era como todos los viernes; su petición, su ruego era una suplica desesperada, un grito de angustia, un lastimero quejido al infinito. Lloraba en silencio y se preguntaba y le preguntaba al Todo Poderoso, si era justo pasar por ese calvario, si era pecado tratar de ser feliz, si era condenable sentir ese ardor que la azotaba día y noche. El santo silencio, la sepulcral quietud y el frío ambiente del enorme recinto  no la escucharon. Al salir contempló la bella escultura en mármol de la Virgen Maria que con sus blancos ojos de invidente la miraba indiferente y se preguntó si valía la pena todo ese fervor, toda esa dedicación, toda esa fe que hoy la abandonaban. El hombre sacó otra cerveza del refrigerador; le gustaba sentir el frío de la botella en sus manos, frío que luego le bajaba refrescante por la garganta, era un placer que lo deleitaba, observó la botella un buen rato y luego tambaleándose volvió

Veinte Dólares

Se revolvió un poco en el carro, estaba incomoda pero se dispuso a pasar la noche de la mejor manera posible dadas las circunstancias. Se profundizó  rápidamente en el universo etéreo  de los sueños. En el aviso verde con letras  blancas pegado al poste pudo leer antes de desaparecer en un destello el nombre de una calle: " Ocean Drive ". Acto seguido  la imagen de una playa blanca con un cielo azuloso pasó en secuencias fotográficas difusas que iban y venían sin darle tiempo a ubicarla, solo vio un cartel que decía “ $20.00 per car ”. Se despertó muy temprano con el sol tropical de la Florida colándose por los opacos vidrios del carro, tardo unos segundos con los ojos abiertos en reconocer donde estaba. Que volteretas que la vida nos da, se decía para si misma mientras bajaba del carro y estiraba las piernas un poco, entumecidas por la posición encogida en que paso la noche. Si apenas ayer dormía en su plácida y confortable cama de Fort Lauderdale en compañía del gringo,

Homerin

Comenzó a subir las gradas muy lentamente, primero subía el pie derecho, se apoyaba un poco, se levantaba y colocaba el pie izquierdo en el mismo escalón, continuaba con este proceso sostenido del pasamanos en un esfuerzo atormentante, heroico, pues su rostro, otrora juvenil y alegre, se crispaba  se contraía en una mueca de dolor, fatiga, angustia y desesperanza. 18 escalones le tomaron mas de media hora, yo lo esperaba arriba conteniendo las ganas de bajar y ayudarlo, pero el con una mirada que no aceptaba contradicciones ni autocompasión me había dicho: "yo puedo solo".  Llegó y lo abrace, contuve las ganas de llorar. Su agitado pecho le ahogaba la respiración por el esfuerzo que había realizado; del joven alto, robusto, moreno de maliciosa mirada y risa espontánea no quedaba nada. El frágil, reducido y agitado cuerpo que abrazaba no era ni la sombra del muchacho con el que compartí muchos años de mi vida. Cuando lo conocí rondaba los cuatro añitos de vida, se había caído

La promesa

-Amores como el nuestro, muy pocos,- dijo el dentista. Se besaron detrás de una fría columna en el aeropuerto; un intenso beso de despedida, con sabor a nunca mas. Se quedó viéndolo como se alejaba, como se desdibujaba tras los gruesos y grandes ventanales del pasillo en la sección de abordaje del aeropuerto. -Mijo, tenemos que hacer algo diferente, esto acá es muy duro, yo no entiendo por que nos vinimos-. El la miro largo rato, como escudriñando en su mente, como diciéndole con el silencio, esa pregunta sobra. Estaban en la treintena de sus vidas, habían sido novios desde la secundaria y en uno de esos escarceos amorosos había quedado embarazada, una niña era el fruto de esa relación y ahora, después de mas de diez años volvía a quedar embarazada. Dos largos años de estar cambiando de trabajos; lavando carros, limpiando casas, haciendo entregas a domicilio en supermercados y nada que despegaban y de repaso con este segundo embarazo, le tocaría a el solo hacerle frente a la situación

En el Gym

- Con el colesterol elevado, mas la presión arterial alta, lo mejor que puede hacer es una caminata de una hora para reducir grasas y fortificar los músculos -. Estas eran las palabras del doctor después  de leer  y releer los resultados de mis exámenes  médicos. Entre líneas fruncía el ceño y mas de una vez negaba con la cabeza mientras me miraba por encima de sus espejuelos. - Pero doc, le repliqué: no tengo tiempo para esa caminata . – a su edad mi amigo no tiene excusas ni disculpas para cuidar su salud y hacer ejercicio; es cuestión de vida o muerte -. Con este vaticinio tan sombrío y con mucho que hacer todavía en este planeta no me podía dar el lujo de ignorar  las palabras del doctor. Ni corto ni perezoso me inscribí  en un gimnasio  cerca de casa que ofrecía un buen plan. 60 minutos  de caminata era lo que me había recomendado el doctor; así que llegue al gym ataviado con pantalones cortos de nylon muy sueltos, camiseta ancha de algodón para disimular  los excesos  alimentici

La Inolvidable Tia Nila

Ese domingo amaneció llorando a chorros. Grises y oscuros nubarrones impedían que la tibieza del naciente sol nos iluminara. Por que llorará el día, por que estará triste, de quien se lamentara?. La respuesta llegó por un texto en el teléfono: la Tia Nila había partido de este terrenal mundo hacia otros lares desconocidos. Muy temprano en la mañana, después de leer el texto, el olor a café recién colado me fue llevando de la mano con su aroma hacia el pasado, hacia muchos años atrás; me regrese a Colombia, a Cali y la volví a ver por allá en los setentas, en el barrio de San Nicolas; no se cuantos años tendría por esa época, pero era una mujer espectacular, de una altivez y arrogancia inusuales en las mujeres de su tiempo que sumisamente y agachando la cabeza obedecían sin cuestionar a sus esposos o padres. Era irreverente, caprichosa e impredecible, tenia el respaldo de su apellido y de sus seis hermanos, hombres fuertes y recios, curtidos en las labores del campo. En mi memoria se a

Diciembre

El doceavo mes del año; el mas esperado, queda reducido a una semana, que luego se minimiza a dos días; 24 y 31. Nada!, 48 horas de las 8,760 que tiene el año. Pero es el mes de los balances, de las promesas, de las añoranzas, de las cuentas retrospectivas, de las reconciliaciones, abrazos, llamadas postergadas, visitas en familia, ademas de rumba y gastos por montones. Sentarnos a hacer un recuento de lo vivido, termine en balance positivo o negativo siempre nos lleva a tener la esperanza de que el siguiente año será mejor, porque para prometer al calor de unos vinos la mayoría la tenemos grande, así al otro día el dolor de cabeza y la resaca nos impidan acordarnos de lo prometido y jurado. De jóvenes, solteros, ambiciosos y vitales, prometemos amor eterno abrazando la calidez febril de un joven cuerpo temblando de extasis en nuestros brazos, pero el amor eterno en la juventud dura de tres a cuatro meses, mas tras el desasosiego y dolor por la perdida volvemos a recomenzar en otr