El adios de Santa Claus
Entre abrí los ojos simulando estar dormido y lo vi, venia en puntillas con la bicicleta al hombro. Mi corazón palpitaba agitadamente, pero logre contener la creciente emoción hasta tenerlo cerca de la cama, el "Niño Dios" que venia con mi anhelado regalo navideño resulto se mi papa!. De esta forma y a los 10 años perdía una de las tradicionales fantasías de la infancia y comenzaba a transitar el camino de la pubertad con los temores y ansiedades propios de la edad. Y es que el hechizo de lo mágico, el encanto de la fantasía radica en eso, en el misterio que oculta el hecho, en el asombro que nos produce lo inexplicable que oculto tras el velo del misterio nos desconcierta ante su aparición. Los regalos que misteriosamente aparecían al día siguiente debajo de nuestras camas, en el pesebre navideño o mas recientemente el el arbolito de navidad, estaban envueltos en ese halo de fantasía que la tradición ha hecho perdurar hasta nuestros días. la cual, de niños la vivimos