Una Aventura otoñal
Se sentaron al borde de la cama, uno muy cerca del otro, cada cual con sus cavilaciones, sus miedos, dudas y deseos expectantes. El la observó de soslayo; con su mano suavemente le cogió el mentón para girar su cara y quedar frente a ella. Le quitó las gafas y pudo apreciar sus inmensos ojos carmelita, asustados, húmedos, esquivando su penetrante mirada. Ella apartó la mano que le sujetaba el mentón, agachó la cabeza, se frotó las sudorosas manos con nerviosismo. El silencio, denso y agobiante hacia que el respirar resonara como alguien que esta encerrado en un diminuto cúbiculo. Sus corazones se agolpaban en el pecho queriendo desbocarse y detenerse al mismo tiempo. Esa mañana ella había madrugado un poco mas de lo usual. Muy temprano en la cocina preparó el desayuno para su marido y le dejó también lista la cena, una rutina que había efectuado estoicamente por casi 30 años. Tenia pensado llegar tarde a casa. En el cuartito del baño se detalló desnuda tratando de rescatar con su crit