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Mostrando las entradas de septiembre, 2018

Un ajuste de cuentas

La muchachita cerró los ojos asustada, el taxista le subió la faldita, arrancó el pantaloncito y dejó al descubierto su sexo. No hubo forcejeo, ella aterrorizada cubrió sus ojos con los brazos y espero el embate del taxista. Un grito ahogado acompaño al desgarramiento que sintió en medio de sus piernas, una punzada de dolor caliente como fuego que la devoraba le fue subiendo por el cuerpo y se desmayó.   Llegamos a su estudio, un sólo cuarto grande ubicado en el bajo Manhattan, con muebles de lineas rectas y colores vibrantes; se respiraba juventud y vitalidad en cada rincón. Estaba un poco frío pues entraba el otoño, prendimos la calefacción y pusimos a hacer cafe. Nos sentamos al borde de la cama, comencé a enredar su rubia cabellera en mis dedos con suavidad, luego halé con fuerza el mechón de pelo hacia atrás quedando la cara boca arriba, me paré frente a ella, acerqué mi rostro y la bese con pasión, con fuerza; su respuesta fue un mordisco que hizo sangrar mi boca, i

Una conversación banal

Una de esas tardes sabatinas en las que se reunía la familia de mi esposa a dicharachar, tomar algo y divertirse un poco, se dio el tema que siempre sacaban a colación en son de burla: la diferencia de edades entre mi esposa y yo; 20 años. Ella siempre se enojaba y los mandaba a la quinta porra, muchas veces nos íbamos antes de tiempo; usualmente y como la conocían la cogían con ella para hacerla rabiar. Esa tarde apenas tocaron el tema de la edad, de que iba a hacer ella cuando tuviera 50 y yo 70, que yo no funcionaria, que bla, bla, bla y risotadas y burlas. En ese momento alce la voz por encima de la algarabía y les dije: Familia es muy sencillo; le pago a un prostituto para que la satisfaga!. Enmudecieron, las viejas se horrorizaron y los hombres me miraron con desconfianza. Había logrado crear el impacto necesario para acallar sus risas y atraer su atención. Mas de una se hecho la bendición, miraron a mi esposa con lastima y pesar, una de ellas dijo que mi condición de a

El regreso del hijo

El sicario aparco la moto cerca del anden justo enfrente de la puerta de la casa, acaricio la cacha del revolver que tenia en el bolsillo de la chaqueta, se sentó de lado en la moto y espero pacientemente a que el hombre que venia caminando por la acera se acercara a la puerta. Habían pasado mas de cinco años desde que su hijo había partido al extranjero a estudiar, ahora regresaba y el hombre ansioso oteaba por encima de la gente apretujada en el aeropuerto tratando de divisar la imagen de su hijo entre los pasajeros que descendían del avión. No lo identificaba, del río humano que entre equipajes y guardas del aeropuerto se movían no detectaba a la figura familiar y menuda de su hijo. A sus espaldas alguien se abalanzó sobre el y lo sujetó fuertemente: Dad!!, oyó que la persona que lo abrazaba le gritaba, volteó tratando de zafarse del desconocido sin reconocer al gigantón que lo apretujaba con efusividad. Se soltó como pudo para desde cierta distancia repasar con la mir