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Mostrando las entradas de julio, 2022

Sleepover

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  Los tres muchachos se quedaron agazapados en el sótano del edificio junto a los contenedores de basura esperando a que cayera la noche. Camuflados con sus oscuros ropajes apenas ennegreció el día comenzaron a moverse sigilosamente pegados a las paredes como nocturnas sombras deslizantes. Iban en silencio, a pesar del gélido invierno neoyorquino sudaban copiosamente. Aun cuando los pasamontañas atrapaban el sudor del rostro, gruesas gotas les escurrían por los ojos empañándoles la visión. Llegaron a la puerta de acceso de las escaleras del servicio, forzaron la cerradura, traspasaron el umbral y comenzaron a subir gradas. Abrieron la puerta del tercer piso, se cercioraron de que no hubiera nadie en los pasillos, continuaron su silenciosa marcha uno detrás del otro. Al llegar a la puerta de un apartamento, el que iba adelante les hizo señas con la mano a los otros para que se ubicaran a cada lado de la puerta, se paró en frente. Los tres desenfundaron las armas de fuego, enroscaron los

Wi-Fi

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  Se ha vuelto muy común, entre mi esposa y yo, el terminar o complementar el uno la frase que el otro iba a expresar, o pensar en alguna situación o persona y al decirlo, nos oímos comentar: ¡yo también estaba pensando lo mismo! Nos asombra por supuesto y nos hace divagar en lo inconmensurable de nuestro amor, en lo unidos que estamos a nivel espiritual, en que somos el uno para el otro, o que somos almas gemelas y muchas elucubraciones más de tipo metafísico o místico. Algo así como comunicación telepática. Pero realmente que es lo que sucede en estos casos, que tan creíble es, que tan cierta puede ser esta emisión del pensamiento para considerarla efectiva y fiable y no simplemente mera coincidencia o esporádica casualidad. Si nos atenemos a los estudios científicos hechos bajo situaciones controladas con sujetos en laboratorios, la veracidad de este supuesto don o sexto sentido es nula. El porcentaje de aciertos es muy mínimo. Al azar se adivinan algunas cartas del naipe que el otr

Manifiesto

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  A mis espaldas se me acumulan los años; de frente se me acortan. Ya la puerta de salida esta al doblar la esquina en cualquier oscura callejuela. Traspasado el umbral de esa puerta se apaga la luz y se extingue la efímera llamita que fuimos alguna vez. Que nos queda entonces: solo recuerdos de lo que fuimos, de los momentos vividos con sus buenos y malos acontecimientos más todas las alabanzas y reproches que componen una vida con sus triunfos y fracasos. También dejamos dolor; dolor de ausencia, de partida sin retorno, de vacío y soledad. Pero ya apagada la llamita, nos importa poco o nada lo que dejaremos atrás; los circuitos químicos del cerebro se desconectaran, el cuerpo se descompondrá, alimentará unos cuantos miles de gusanos y el resto volverá a ser parte de la tierra: “polvo eres y en polvo te convertirás” , reza un refrán muy popular y certero.   Pero mientras ese día llega, y espero este muy lejano, quiero ir soltando amarras para alivianar la carga y disfrutar del camino.