La carta
Releyó la carta nuevamente, la dobló cuidadosamente y la ocultó en el fondo del armario, en un bolso viejo donde guardaba recuerdos que no le cabían en la memoria, que no quería retener pero tampoco olvidar. Quizo en un instante, en que por su mente se cruzaron los fatídicos presagios que contenía la carta, destruirla, pero se contuvo, supuso que si la quemaba estaría sellando su destino. Se casó muy joven y sin mucho amor; por compromiso, por conveniencia de los padres con un hombre mayor que por supuesto le aseguraría el futuro económico. -El amor vendrá después, le había dicho su mama, -es cuestión de costumbre, de dormir juntos y criar los hijos; le sentenció su madre al final. Así fue, pasaron los años y llegaron los hijos. El ir y venir diario con el corre corre fueron construyendo y solidificando la relación; una especie de amor, de aceptación del uno por el otro, del macho proveedor y la hembra hacendosa que mantenía la casa en orden, que educaba los hijos y adema