El lunar en la espalda

"Usted ya conoció su alma gemela y la dejó ir"
"¿Cómo, quien era?"
"No se, aquí no aparecen los nombres, pero la vida le dará una segunda oportunidad, no la deje escapar como la anterior"
"¿ Y como la reconoceré?"
"Por un lunar en la espalda, como el que tenia la anterior, una mancha de piel un poco mas oscura".


Esas palabras me las decía una psicóloga y psíquica brasileña que había conocido en El Bronx mientras sostenía mi mano en busca de mas indicios o señas que, grabados en la misma me indicaran el futuro. Su voz se fue alejando mientras me iba remontando al pasado a tiempos idos, lejanos, olvidados en algún polvoriento lugar de mi memoria. De un amarillento color sepia la imagen fue coloreandose de a poquitos mientras, a medida que sus tonalidades se iban acentuando, reverdeciendo como un paisaje de invierno floreciendo en primavera, fue cobrando vida una escena de despedida en el aeropuerto de Miami, unos "te quiero", "te amo", salían de nuestras bocas entre suspiros y sollozos contenidos, después, un largo abrazo, un cuerpo que se queda y otro que se aleja sosteniendose las manos por ultima vez, rozando los dedos para luego voltear, caminar por el pasillo y a medida que se aleja y se reduce la imagen, crecer el desasosiego y aumentar la soledad. Luego desapareciendo por una puerta, llevandose una ilusión, un amor eterno que nunca jamas retornaría.

"Es usted una persona muy afortunada, esta bendecido y cuidado por sus seres de luz"
Al oír a la clarividente hablarme, volví a la realidad, ahora estaba en New York, habían pasado mas de 15 años y unos cuantos "amores eternos" que habían herido de muerte mi ingenuo corazón. Paso por mi mente una frase de Nietzsche recordandome la fragilidad de los amores: "Todo amor piensa en el instante y en la eternidad, pero nunca en la duración", que cierto pensé, nos componemos de momentos, de instantes y no de continuidades, somos volubles, variables, casi nunca vamos en linea recta, la condición humana, que le vamos a hacer, deduje.

Por aquella época había fundado una pequeña revista mensual tamaño tabloide a la que titule  "Tercer Milenio", estaba orientada a los temas psíquicos, astrológicos, un poco de psicología, siguiendo la filosofía de la "Nueva era" que pregonaba un despertar espiritual para la humanidad con el advenimiento de la "Era de Acuario".

Estaba pues, muy metido con toda esa filosofía espiritual, leía cuanto libro o revista cayera en mis manos relacionados con el tema, visitaba, astrólogos, psíquicos, brujos, hechiceros y charlatanes para venderles publicidad y asegurar por este medio la supervivencia de la revista. Conocí, personas con dones maravillosos que aportaron mucho conocimiento y luz a mi vida como también buscavidas que solo pensaban estafar a los incautos y desprevenidos clientes que ciegamente confiaban en ellos.

La brasileña era uno de esos seres, dotada de un don de clarividencia asombroso que te dejaba perplejo ante sus revelaciones y predicciones. Me hice amigo de ella al mismo tiempo que patrocinaba la pagina de los horóscopos la cual hacia cada mes, en una de estas visitas fue que me tomo la mano y me la leyó. Salí, de su casa con la cabeza dandome vueltas, sabia de mi pasado y ahora me vaticinaba el futuro. Quien vendrá a mi vida? que persona estaba ya en este mundo esperando la concordancia astrológica adecuada para conocernos?, eran mas preguntas que respuestas las que tenia en ese momento.

No era, pensaba, que comenzara ahora a preguntarle a cada muchacha que conociera si tenia un lunar en la espalda o a tratar de mirarselo furtivamente pues New York con su clima no se prestaba para que las mujeres anduvieran muy destapadas ni de playa todo el año. Estas cavilaciones me duraron unos cuantos días, tal vez semanas y de ahí pasaron al olvido por las múltiples ocupaciones que tenia.

Paso un largo tiempo y un inolvidable catorce de septiembre de año dos mil estaba en la redacción del periódico cuando me anunció la recepcionista la visita de una persona que traía una cámara fotográfica enviada por un amigo desde Cali para que la llevase a reparar. Resulto ser un duendecillo de ojos grandes y risa contagiosa, de vestir informal y aspecto desaliñado. No usaba maquillaje. Para que pensé, si las múltiples pecas salpicaban su cara y la adornaban de estrellitas vivaces que la hacían bella, se sentó frente a mi, comenzamos a hablar y reirnos como si fuereramos viejos conocidos. Entre charla y charla me dijo que estaba buscando un trabajo de medio tiempo y como da la casualidad (aunque las casualidades no existen) que por esos días buscábamos a alguien para que reemplazara a la secretaria del periódico que se iba, pues le ofrecí el trabajo y quede de llamarla el siguiente día sábado para reconfirmarle la hora de entrada.

Cuando se fue quede con una extraña sensación de vacío, de que algo mágico me había tocado, de que mi vida iba a cambiar para siempre. No era de esas personas que impactan cuando las ves, pero había algo en su interior, en su mirada que me hechizo, quizás un recuerdo de vidas pasadas juntos se activo, abrió una puerta cerrada hacia muchas centurias, no se, pero no dormí esa noche pensando en llamarla al día siguiente para confirmar lo del trabajo y oír su voz.

Comenzó a trabajar el lunes y ese mismo día, en la tarde hubo un amago de incendio en la oficina, llegando los bomberos, los cuales normalizaron la situación no pasando a mayores el incidente. En la astrología y esoterismo la simbologia del fuego representa el destruir de un ciclo para comenzar otro, una renovación, un cambio; algo estaba pasando y aun no lo sabia. Al otro día martes se apareció por la oficina un extraño visitante silencioso y misterioso para quedarse por mucho tiempo: un gato negro grande, de mirarada enigmática y filosófica, le abrimos la puerta y subió las gradas instalandose encima de unos periódicos viejos. El gato, compañero inseparable de brujos y hechiceros a través de los siglos representa una puerta, una abertura a la clarividencia, un médium que nos abre el tercer ojo (del que hablaba Lobsang Rampa en su libro) y nos permite vislumbrar mas alla de las cosas materiales, penetrar un poco en el mundo etéreo de lo espiritual, de conexiones de almas y de pactos supernaturales.

A los pocos días, me le acerque a pedirle unos papeles que necesitaba y al tratar de hablarle de mi boca salieron otras palabras muy diferentes a las que pensaba pronunciar: "Usted tiene un lunar en la espalda y va a tener un hijo conmigo". Quedo estupefacta, sus grandes ojos vivaces aumentaron de tamaño, se levanto de su silla como un animal que va a ser atacado y salió corriendo gradas abajo. Yo quede mudo, petrificado, "que dije, que locura cometí" solo atinaba a pensar. Al momento llegaron las palabras de la clarividente brasileña a mis oídos con una sonoridad que me asustaba: "La reconocerá por un lunar en la espalda, como el que tenia la anterior, una mancha de piel un poco mas oscura". Me senté, por largo rato mi mente iba y venia de la clarividente a la muchacha que acababa de salir corriendo, escudriñaba su rostro, sus gestos, su hablar en busca de algún indicio que la conectara con la profética frase que acababa de pronunciar.

No se cuanto tiempo paso, cuando oí pasos en las gradas, era ella, venia  nerviosa, aun asustada, en el umbral de la puerta, justo donde terminaban las gradas se detuvo y me dijo: "Don Mauricio, no se que locuras esta diciendo, pero apenas lo conozco y le agradecería que si vamos a trabajar juntos evite esos comentarios desagradables". La mire, clave mi vista en esos grandes ojos, en esas ventanas de su alma que tanto me dijeron por esa época y en las cuales vi como en una proyección cinematográfica el futuro que nos deparaba juntos. "Solo digame una cosa, una sola cosa y me olvido del tema, tiene un lunar en la espalda si o no?". Calló, agrando aun más sus ojos respondiendome: "Por eso salí corriendo gradas abajo, por que tengo el lunar!".

El destino estaba sellado, la profecía se había cumplido!.

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