A seguir en forma

Ayer, después de tres semanas de recuperación, por fin tuve el valor de verme al espejo y me encontré con un hombre al cual se le ven las huellas, cicatrices y remiendos que se van acumulando en la epidermis con el ir y venir de los días, meses y años de vivencias. Afortunada mente no todas las cicatrices son de batallas por sobrevivir, no; hay otras que han quedado en mi piel como un tributo al amor de la mujer que amo; sus uñas, sus mordiscos han quedado en mi tatuados; imborrables recordatorios de la pasión y el éxtasis en la entrega total a la hora de amarnos.
Pero como la vida nos da, nos quita y nos recompensa, al subirme a la bascula note que había perdido 14 libras del sobre peso que tenia, fantástico, me dije; ahora a mantener esas libras fuera de mi. Y como mi esposa había perdido también, con esfuerzo y control de las comidas mas de 25 libras, unimos nuestras alegrías y sueños de esbeltez para planificar la rutina de ejercicios y dieta que nos mantuviera en este estado de ensoñación y belleza corporal.
Qué bicicleta estática, qué la normal, no qué mejor la caminadora o qué la maquina de los abdominales, en fin las sugerencias iban y venían a la par con nuestro creciente entusiasmo. Todas quedaron solo en sugerencias, por que la mas viable, económica y razonable fue la de sacar a caminar a nuestra perra Misty, una labrador de dos años cuyo sedentarismo la estaba abultando tanto como nuestros cuerpos con los años.
Y así lo hicimos, muy a las 5pm salimos en compañía de nuestros hijos y la cachorra; risas y brincos eran las demostraciones del entusiasmo con que emprendimos nuestra caminata. No nos fue del todo mal, yo termine con ampollas en los pies, mi esposa con un dolor en el vientre bajo, los niños renegando y rezagados en el camino, Misty cansada y con la lengua colgándole fuera de la boca, solo nos quedo el consuelo de haber recogido en el camino dos grandes y jugosos mangos que nos motivaron para el siguiente día ir preparados con una bolsa y traer mas.