Pasión Tardia

Lo que comenzó como un recurso natural de supervivencia, se ha convertido en una tardía pasión culinaria que me eleva a las alturas de un "Chef Gourmet" cuando entro a la cocina y me pongo el delantal.

Once años atrás, al tomar la sabia decisión de irme a vivir con la que ahora es mi esposa, suponía yo que los roles y responsabilidades de pareja latina estaban bien definidos y que al salir de mi trabajo y llegar a casita iba a encontrar, aparte de una esposa cariñosa, una bien merecida cena que mitigara las afugias del día.

La compañera cariñosa siempre la encontré y aun hoy la sigo encontrando, pero... la cena, a pesar de sus buenas intenciones y libros de receta que le compre terminaba casi siempre en el cesto de basura. Los primeros días las risas y los "te quiero" de nuestra reciente unión minimizaban el percance y nos hacían salir a comer en cualquier restaurante o pedir algo para merendar en casa. Más sin embargo, pasado el tiempo surgió la pregunta clave; "Quien va a cocinar?". Y como eramos dos si no era ella, por lógica era yo el "cocinero designado".

Así di inicio a mis primeros intentos por salvar y mantener nuestra gastronomia casera a buen recaudo, entrando a la cocina timidamente pero lleno de ganas y  pasión por hacer las cosas; con recetario en mano y la mesa llena de ingredientes comencé a cortar, picar, mezclar, sazonar y cocinar cruzando los dedos y probando de vez en cuando para que todo saliera bien.

Y salió bien, lo cual me dió pie para agregar mis ingrediente favoritos en todo lo que hago: la imaginación y creatividad, que me llevaron a solo utilizar los libros de cocina como guia para después seguir mi propio camino.

Comenzo entonces a activarse mi memoria olfativa y gustativa, identificando así muchas de las hierbas e ingredientes de la cocina de mi mama y mis abuelas; el orégano que me recordaba el olor de los caminos y veredas del campo colombiano, el comino con su penetrante olor que emanaba de los fogones de leña, el cimarrón con su inconfundible sabor a sancocho, el cilantro compañero inseparable de guisos y estofados criollos, en fin entre olores y sabores fui convirtiendo mi gusto por la cocina en un placer que mi esposa (la que con el tiempo aprendió rivalizando conmigo en muchos platos) y mis hijos degustan y disfrutan conmigo en la mesa.

Ahora la cocina es el otro altar sagrado de mi casa donde celebro la liturgia diaria de preparar los alimentos que la naturaleza nos brinda, el otro altar sagrado de mi casa es la alcoba, pero de eso les hablare otro día.

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