Hablando de Rosarito...

Llego a mi vida en aquellos turbulentos y desenfrenados años de de los 90's en Nueva York. Ya no eramos jóvenes, eramos bohemios, intensos, apasionados y noctámbulos; el idealismo de los 70's y 80's se había esfumado para dar paso a una realidad que nos enfrentaba de cara a una sociedad ávida de información, tecnología digital y comunicaciones breves y directas. No había cabida para los versos ni  prosas que inflamaron nuestros corazones en épocas pasadas.

Los poetas, los que le cantaban al amor, al romanticismo, eran una especie en extinción que no encajaban en esta revolución digital que se adueñaba de las mentes jóvenes y del mundo.

Por eso encontrarte fue como haber llegado a un oasis en medio del desierto; tu prosa cargada de vivencias, amores y despedidas y tu verso encendido de pasión, secretos y susurros semejaban las palmeras jugeteando con el viento cálido del oasis. Sentarme allí en medio de ese remanso de paz  oyendo como desgranabas tus versos mezclados con tu risa y tu coqueta mirada me transportaban al monte Parnaso, morada de las musas y patria simbólica de los poetas.

Fue un reencuentro con mis años febriles de juventud, donde a escondidas devoraba a los poetas del momento y mi pluma, incipiente y torpe plasmaba mis primeros y únicos versos que el olvido y los avatares de la cotidianidad enterraron en algún lugar de mi memoria.

Y ahí estabas tu, puro sentimiento, vibrando en cada estrofa, en cada palabra, poniendo el corazón en tu entrega, viviendo con intensidad el día a día, llenando de esperanza  y amor nuestras vidas, abriendo ventanas para dar paso a la ilusión, a los sueños perdidos.

Esa valentía y obstinación que tienen ciertas personas en luchar y seguir con sus ideales por encima de los fracasos y el que dirán son lo que las llevan a triunfar, a saborear las mieles de la gloria y los frutos de su tenacidad. Tu lo has logrado y es para mi un verdadero orgullo y placer tenerte de amiga, el haber disfrutado de aquellas tertulias donde la risa, la palabra espontánea y la camaradería unía y sellaba nuestra amistad.

El tiempo ha pasado, y esa misma tecnología que llevaba al ostracismo a los poetas, serviría para reencontrarnos y, a través de ella reanudar nuestras tertulias ciberneticamente.

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