El primer amor

Eran muy jóvenes cuando se conocieron, fue en el colegio, su sexualidad estaba despertando, sus hormonas activandose, comenzaban a sentir, a desear, a experimentar, a besarse por primera vez.

Kaitlyn Hunt y J. Smith tenían en esa época 16 y 13 años respectivamente, eran compañeras de clase, jugaban en el mismo equipo de baloncesto, almorzaban juntas, iban y venían del colegio a la casa juntas. En la escuela, en el condado de Indian RIver en la Florida sus compañeros sabían que eran pareja, que se querían, lo aceptaban y las respetaban.

Kaitlyn es una destacada y aventajada alumna del plantel, participa en todas las actividades y tiene un futuro promisorio por delante en su vida profesional.

Muchas veces, cuando caminaban cogidas de la mano de regreso a casa, se prometían amarse y respetarse por el resto de sus vidas. Solo estaban esperando cumplir la mayoría de edad y terminar sus estudios para casarse y adoptar uno o dos niños; tal vez la parejita, pensaban y se abrazaban. Estaban agradecidas de vivir en este país, había libertad, tolerancia y aceptaban a las personas sin discriminarlas por sus preferencias sexuales, raza o religión.

Su sueño de compartir la vida juntas en las buenas y en las malas estaba cerca de convertirse en realidad; Kaitlyn estaba a punto de cumplir los 18 años, la mayoría de edad. Irradiaban felicidad, una semana mas y serian libres de hacer de sus vidas lo que quisieran.

La noche anterior al cumpleaños de Kaitlyn se vieron, fueron con un grupo de amigas a jugar bolos, reían, estaban felices, se abrazaban, sentían sus corazones vibrar, palpitar con intensidad cada vez que se miraban, que se rozaban. Se despidieron en el umbral de la puerta con un intenso beso que las dejo sin aliento por unos instantes en los que se miraron absortas, hipnotizadas, magnetizadas por el infinito amor que se profesaban la una a la otra.

Los fuertes golpes en la puerta de la casa despertaron a los papas de Kaitlyn, sobresaltados bajaron las gradas para llegar a la planta baja y abrir la puerta. Tuvieron que releer la orden de arresto mas de dos veces para entender de que se trataba; Kaitlyn Hunt estaba siendo acusada del delito de abuso de menores por mantener relaciones sexuales con una menor de edad, agresión lasciva mas abuso infantil. Enfrentaba una condena de 15 años de cárcel, además de quedar registrada en la lista de predadores sexuales de los Estados Unidos que le prohiben vivir cerca de las escuelas y acercarse a menores de 14 años. Reportar su dirección cada vez que se mueve y también permitir que le intervengan sus llamadas, sus emails y visitas a su casa sin previo aviso de los agentes encargados de su caso.

Salió esposada de su casa sin entender lo que pasaba. Creía que estaba soñando, que era una pesadilla terrible, que cerrando los ojos con fuerza despertaría cómodamente acostada en su cama, en compañía de sus hermanitas y sus papas. No despertó, su infierno, su pesadilla apenas comenzaba.

En la cárcel dio una entrevista a los medios de comunicación, lloro delante de los equipos de noticias. "Tengo miedo de perder mi vida, el resto de mi vida", dijo, "no poder ir a la universidad o estar cerca de los niños, ya sea en torno a mis hermanas y mi familia."

La fiscalía le ofreció un arreglo para no ir a juicio declarandose culpable, según ellos muy beneficioso: aceptar la acusación de abuso infantil, pasar dos años "bajo control de la comunidad", que por lo general implica una estricta supervisión, además de un año de libertad condicional. De acuerdo con el documento durante su libertad condicional, Hunt habría tenido que aceptar permanecer lejos de los menores de 14 años de edad, y proporcionar a su oficial de libertad condicional acceso inmediato por Internet y comunicación telefónica.

No aceptó, su amor y su relación con J. Smith estaba por encima de esa vil jugada que los padres de su amada interpusieron con la demanda justo en el momento en que ella cumplió los 18 años. era evidente que los padres de su compañera estaban actuando sólo por que era una relación lésbica, pura homofilia sin importarles el daño psicológico que les estaban causando a las adolescentes.

En el comunicado en el que Hunt rechazaba el acuerdo con la fiscalía, su abogada, Julia Graves, escribió: "Esta es una situación de dos adolescentes que resultan ser del mismo sexo y que participan en una relación amorosa. Si este caso hubiera sido el de un niño y una niña, no hubiera tenido la misma atención mediática".

Si como en el caso de estas adolescentes, la justicia actuara inflexiblemente encarcelando a todos los jóvenes de 18 años o mas que tuvieran relaciones amorosas con alguien menor que ellos; de seguro que mas del 70% de la juventud estuviera tras las rejas, pues acá en los Estados Unidos los adolescentes comienzan a tener relaciones sexuales a muy temprana edad.

La acusación de los padres de la menor, se nota a simple vista, fue motivada por el hecho de que su hija estaba saliendo con otra mujer, si su relación fuera con un muchacho, de seguro nada hubiera pasado. No aceptan que la orientación sexual de su hija sea gay y creen que encarcelando a su novia le pondrán remedio al asunto. Cuan equivocados están, el mal lo están haciendo por partida doble. A su hija, por mas que le prohiban o le alejen sus relaciones lésbiacas, si eso es lo que realmente siente, las seguirá buscando de por vida. Y a Kaitlyn, enviándola a la cárcel tampoco va a cambiar su sexualidad, lo único que cambiara será el futuro promisorio que tenia por delante que se echará a perder con el fallo de la corte.

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