Mateito, sus logros y sus caidas...

"Cuando se siembra en la época precisa del año, se obtienen buenas cosechas, se dan los mejores frutos" me decía mi papa mucho tiempo atrás, en mi infancia, cuando lo acompañaba a la finca a ver crecer los interminables surcos, geométricamente distribuidos en hileras con pequeños arbustos de frijoles. que con su verdor iban cubriendo la fértil y arenosa tierra café del Valle del Cauca, en mi natal Colombia.

"Aplicado a la vida es lo mismo", nos decía en la casa: "Buena educación, buen ejemplo y mano dura, desde temprana edad para que el árbol no se tuerza y crezca derecho". Ejemplos sencillos, validos, de hombres de pocas palabras que con un apretón de manos y su palabra, cerraban contratos y sellaban compromisos.

Ahora, el lugar que él ocupó en mi vida, lo ocupo yo en la vida de mis hijos. Junto a mi esposa, somos el timón del barco, el faro que les alumbra el camino en las cada vez mas embravecidas y peligrosas olas que nos toca sortear en este confuso y desorientado mundo que padecemos.

Pero como siempre, los días de sacrificio y las noches de trasnocho al lado de ellos se ven iluminados, al final del año con sus triunfales sonrisas al recibir los diplomas y medallas que merecidamente han obtenido por su esfuerzo y dedicación.

Este año, el triunfo fue doble: deportivo y académico. En la liga de baseball de la ciudad de Pompano Beach, donde juega Mateo, en la división de "Mustangs", quedaron campeones en el torneo regular, para luego competir en los "Play-Offs" de las finales y llevarse los máximos honores al coronarse campeones del mismo. Dos trofeos, dos campeonatos!. Que felicidad para Patita y yo, los orgullosos padres que, sentimos como nuestro el triunfo.

Ese mismo día de la entrega de trofeos, seleccionaron de los cinco equipos participantes a los mejores para conformar el equipo oficial de la ciudad de Pompano Beach que competirían a nivel regional con otras ciudades. Mateito salió favorecido y pasó a ser parte de los "All Star Team of Pompano Beach".

En lo académico, terminó su primaria con cuatro diplomas y una medalla de honor correspondientes a las calificaciones y puntajes obtenidos durante el año escolar (diplomas que mi esposa se aprendió de memoria y cada vez que le preguntan los recita todos con sus respectivos puntajes y asignaciones), para pasar ahora al "Middle School" o sea el bachillerato de nuestros países.

La elección de Mateito al equipo de "All Stars" arruinó nuestras vacaciones y todos los planes que teníamos para el verano, pues nos hicieron firmar un documento en el cual nos comprometemos en ir a cuanto entreno y juego tuvieran programado sin importar cuan lejos fuera ni la hora de los mismos.

Salíamos de trabajar a las 4 de la tarde, para correr a casa, sacar la hielera con las botellas de agua y los jugos, hacerles una comida rápida y estar a las cinco en la cancha listos para jugar o entrenar, incluyendo sábados y domingos que tenían juegos dobles.

Era un corre corre que terminaba a las diez u once de la noche casi todos los días..., pero es la cuota de sacrificio que ponemos los padres en aras del futuro de nuestros hijos y no nos dolía hacerlo.

Durante el día, en las vacaciones decidimos inscribirlos en el campamento de verano para mantenerlos ocupados con actividades físicas al aire libre en vez de estar todo el día frente al televisor o en la computadora, además, por que acá, en el exterior, no contamos con abuelas o tías que se queden cuidadosos en las vacaciones y la poca familia que hay, también esta como todos trabajando.

La semana pasada, el miércoles en la mañana tenia Mateito cita con el doctor, así que lo llevé muy a las 9am  y a las 11am lo estaba dejando el el campamento de verano. Pensé, por un segundo antes de bajarse de llevármelo para mi trabajo y luego ir a practicar bateo un rato, para que en la noche en el juego tuviera caliente el brazo y bateara un hit, pero vacile y lo deje irse para su campamento.

Del campamento a mi oficina hay solo 10 minutos en carro, así que llegue rápido y me senté a trabajar para ponerme al día cuando sonó el teléfono, era del campamento: Mateito jugando se había subido a un resbalador o deslizadero en el "Play Ground" del campamento y perdiendo el equilibrio cayó por un lado del mismo colocando sus manos al caer y según me decía una temblorosa voz al otro lado del auricular: "Maybe Broken his arm", me repetía y pedía autorización para llevarlo al hospital mas cercano para una revisión minuciosa y profesional. Les dije que me esperaran que llegaba en diez minutos y lo acompañaba al hospital.

El único pensamiento que cruzó por mi mente, lo confieso y me ruborizo fue una coloquial expresión de "Carajo!, se nos jodió el baseball"! . Por supuesto que pensé en Mateito con su dolor y su brazo fracturado, pero en nuestra época, de niños era muy normal una descalabrada, un hueso roto o un diente partido por que éramos escaladores, saltarines, trepadores y acróbatas natos. No había televisión y la mayor parte del tiempo lo pasábamos en la calle haciendo pilatunas o en la finca trepados en los arboles y saltando de rama en rama.

Mientras manejaba aceleradamente hacia el campamento sonó de nuevo el teléfono y el ring ring me sacó de mis pensamientos; era mi esposa que también venia en camino pues le habían avisado y lo primero que me dijo fue: "No lo vayas a regañar ni a recriminar por lo del baseball, tenés que abrazarlo y darle apoyo, me oíste?". "Claro, en eso iba pensando en abrazarlo y no decirle nada", le contesté. Mentiras, iba ofuscado, molesto por que este pequeño accidente frustraba mis planes de convertirlo en un buen deportista. "Por ahora", pensé.

Estaba solo, indefenso, rodeado de paramédicos, bomberos y cuanta gente acude acá en los Estados Unidos al llamado del 911. Apenas me vio soltó en lágrimas y me dijo: "Papi lo siento, fue mi culpa me caí". Mi bravura, mi enojo, se esfumaron y un sentimiento de compasión, ternura y protección se apoderaron de mi, lo abrace un largo rato mientras el sollozando me repetía lo mismo; trataba de calmarlo mientras le apretaba su otra manito diciéndole que todo iba a estar bien, que lo del baseball me tenia sin cuidado, que ahora íbamos a cuidarlo para que se recuperara. Me miraba con sus ojitos enrojecidos y temblaba.

Definitivamente la indefensión reflejada en el rostro de mi hijo y su absoluta confianza de que no necesitaba nada mas sino el abrazo de sus padres para recuperarse me hicieron olvidar todos mis planes y verlo como el niño que es y no el hombre en que quería convertirlo desde ya.

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