Palabras sueltas

 



EN MI MENTE

(In memory of Charles Goldstein)

En mi mente señora he escalado sus turgentes y altas cimas,

me he sumergido y extraviado en sus hondonadas.

Sediento he bebido de sus humedales para después exhausto y

durmiendo, no querer despertar de esta quimera nunca, jamás! 


En mi mente señora han rozado su piel mis manos febriles,

sus carnes mi ardiente y golosa boca han saboreado.

Mi imaginación las fantasías más eróticas ha recreado,

y mi lengua… ansiosa y certera ha vencido su pudor, encendiendo candiles.


Le advierto señora; no lea esto porque el fuego de mi pasión quema,

que, como hierro candente su piel quedara tatuada con mi impronta.

Porque tengo manos de artesano y curiosidad de explorador.


Además, no le digo en vano señora, que tal como es usted, siento atracción.

Con su historial, con huellas de batallas en su corazón, en su piel, 

tal vez con las alas rotas, pero con hambre y sed de lujuria, ¡llena de pasión!


BREVE EN CUENTRO

(To Alfred B.)

Sin hipocresías me dijo,

sin hipocresías le arranqué la ropa.

Flor de otoño abrió sus pétalos sobre la mesa,

las espinas de la lujuria arañaron mi espalda.


En la fugacidad del momento sus carnes trémulas temblaron,

fuimos el uno para el otro, a pesar de que era de otro.

En el breve instante del encuentro nuestros cuerpos se anudaron,

fusión de fluidos, mezcla de sabores, lenguas entrelazadas.


Ardimos en la hoguera de una pasión contenida,

solo en las miradas y en los sutiles roces adivinada.

Gózame toda, murmuró entre quejidos, que no habrá un mañana.


Salí de su cuerpo y de su vida, cerró la puerta tras de sí,

pero tenía hambre, sed de lascivia, por eso… 

en la cortedad de un espasmo, eternizamos lo inasible.



CINCO SENTIDOS

(Un grito de auxilio)

Vista: Me dices que deje la calentura que ya estamos viejos,

que esos tiempos ya pasaron, que fue cosa de muchachos.

Entonces, ponme una venda y tápame los ojos,

que sin el sentido de la vista no podré apreciar el esplendor de tu madurez.


Olfato: Me dices que te acoso, que te deje respirar,

que parezco un perro olfateándote a toda hora.

Entonces, no camines, no te muevas, no transpires,

que sin el sentido del olfato tu esencia de mujer no llegue a mi nariz.


Tacto: Me dices que me aleje, que te de tu espacio,

que en las mañanas te despierto con mis caricias, que te ahogas.

Entonces, envíame a dormir lejos de ti, a la sala, al comedor,

que sin el sentido del tacto la tibieza de tu piel no avive mi deseo.


Gusto: Me dices que no te perciba, que no te anhele, que no te busque,

que no te mire, que le merme al acelere, que deje el hambre.

Entonces, quítame tu sabor, no me des la dulzura de tus labios,

que sin el sentido del gusto perderé el apetito y moriré de inanición.


Oido: Me dices que no te hable con deseo, que no te susurre palabras ardientes,

que no te insinué, que no te cuente obscenidades, que a mi edad se oye ridículo.

Entonces, acalla mi voz, silencia mi locuacidad, apaga mi erotismo,

que sin el sentido del oído aquietaras mis ansias, enfriaras mi pasión y sere un muerto viviente. 












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