Despidiendo a nuestra madre

 


Hoy estamos aquí reunidos, no para un funeral, ni para una despedida, mucho menos para decir adiós.

Nos reunimos para celebrar la vida, para recordar y atesorar el camino que recorrió en su paso por la tierra nuestra madre.


Para ensalzar sus aciertos y aprender de sus errores, para reírnos de sus ocurrencias y revivir sus caricias, para adentrarnos en la infancia y recorrer de su mano nuestra niñez, época en que fue un faro, única luz que nos alumbraba el incierto camino que gateando empezábamos a recorrer.


Fue un destello que nos ilumino el horizonte durante muchísimos años; que cubrió dudas y sombras con luz radiante de esperanza, ahuyentando temores y pesadillas.


De niños, descubriendo el mundo y aprendiendo a nombrar las cosas por su nombre nos aferrábamos a su falda para buscar protección ante un panorama que nos parecía desconocido y hostil. De su mano, recorrimos los primeros pasos para ir al Jardín Infantil de las señoritas Urrutia. Ahí aprendimos a relacionarnos con otros niños. Las primeras rivalidades, los primeros enamoramientos, desarrollábamos nuestro carácter y personalidad, garabateábamos las primeras letras, llorábamos los primeros raspones. Estábamos por nuestra cuenta, pero al salir del Jardín Infantil y verla esperando por nosotros volvíamos a cobijarnos bajo su ala para sentir que no estábamos solos; era nuestro techo y abrigo.


El mundo se reducía a la vieja casona de San Nicolas, de techos altos, paredes de adobe y piezas sin puertas comunicadas entre sí. Ahí, vivían nuestras fantasías y nuestros fantasmas. Inventábamos mundos, vivíamos en castillos, peleábamos contra brujas y hechiceros para salvar a la princesa, o en el caso de mis hermanas al príncipe, que nos prometía comer perdices y vivir felices para siempre.


El grito de “la comida está servida” nos devolvía a la realidad. Llegaba la hora del suplicio, el momento del “se come todo, la sopa esta riquísima, mire que su abuela y blanquita no dejaron nada”. -La paciencia de ella no tenía limites en estos momentos.


Después, en fila india, bañar a cinco pelagatos escuálidos, cepillarles los dientes, revisarles las orejas, chequear la pelamenta buscando piojos, rezar en coro y a la camita juiciosos y empiyamaditos. Todos los días, todas las noches, durante muchisimos años; nunca pensábamos si estaba cansada, si le dolía la cabeza o los pies, si lloraba en silencio por las noches, si tenía pesadillas o sueños truncados, era nuestra madre y eso nos bastaba.


Crecimos y la efervescencia de nuestra juventud nos hizo rebeldes, irreverentes y desobedientes. Pero ella siempre estuvo ahí, en los peores momentos, en las noches más oscuras y en las tormentas más insalvables. Incondicional consoló nuestras lágrimas, escuchó nuestras frustraciones, apoyó nuestras decisiones por absurdas que le parecieran.


Muchos años después, en Nueva York cuando navegaba por la crisis del divorcio, ella que estaba de vacaciones volvió a ser mi paño de lágrimas. -Mijo, -me dijo en aquel momento: -esa primera vez, usted tan joven, tan niño, vestido todo de blanco, más parecía que estuviera haciendo la primera comunión que casándose, pero le di mi bendición porque era su decisión, así se me desgarrara el corazón al verlo partir. Ahora toma otra decisión la cual apoyo con toda mi alma y alegría. Vaya y sea feliz, cuide esa mujer y ese hijo que espera, no desaproveche esta segunda oportunidad que le da la vida. Le hice caso como cuando era niño.


Quizás nunca lo supimos, pero nosotros, los que emigramos a los países del norte y nos alejamos de su presencia física nunca dejamos de sentir la tibieza de su luz que en los fríos y largos inviernos nos acompañó, que en los momentos de flaqueza nos animó.  


Pero el inexorable tiempo que no perdona fue apagando esa llama, fue erosionando su temple y debilitando su energía vital. Se consumía, se desdibujaba, los recuerdos se le extraviaban en el laberinto del cerebro, se perdían, se borraban y cada vez mas se desconectaba del cuerpo. Viajaba quizás a otras dimensiones donde tal vez se encontraba con su “Vicente” y volvía a ser la muchachita inocente que se dejó deslumbrar por la galantería de aquel apuesto joven que seria su esposo. 


Nuestra hermana Piedad vivió en carne propia ese largo proceso de deterioro, nosotros no. Ella se quedó y sorteó la situación lo mejor que pudo. Eso es meritorio, no sabemos como aguantó, de donde sacó fuerzas para verla día a día extraviarse en los vericuetos de su cerebro, para repetirle a cada momento en que sus ojos miraban al vacío, -mama soy yo Piedad su hija míreme. -sabiendo que no le iba a responder, teniendo la certeza de que no la iba a reconocer y que se sumergía más y más en un mundo del cual nunca jamás regresaría.


El cascaron de la oruga quedó en la cama, la crisálida convertida en mariposa voló, remontó alturas y fue al encuentro de los que habían partido antes.


Buen viaje mama, algún día, sabemos que serás tu la que nos esperes a las puertas de esos mundos que aun no conocemos para estar nuevamente juntos.


Hasta siempre.


Junio 5 del 2024  

 

Comentarios

  1. Tus palabras me hicieron recordar la partida tan triste de mi madre 😢
    El deterioro de esa mujer tan alegre y fuerte que se llevó el COVID
    Te abrazo fuertemente

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  2. Sencillamente un mensaje espectacular y con mucho amor sentimental un abrazote

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  3. Mauricio que Hermoso homenaje a la querida Ligia... la recuerdo dulce, amable y sonriente...la ultuma vez que la vi fue en el 2006, cuando regresé de USA..
    Un abrazo
    AMALDER

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  4. Bonito homenaje a una abnegada y valiente mujer. La recuerdo con cariño. Un abrazo a los primos. Ma Fernanda Q

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  5. Hermoso homenaje a Ligia una Madre luchadora consejera quien en vida fue un faro de luz que nos guió con sus sabios consejos y nos brindó una amistad sincera con su elocuente y natural sonrisa. Lo material se fue pero su esencia perdurará en cada uno de nosotros que tuvimos la dicha de compartir con ella su bella forma de ser. Ella seguirá presente en nuestros corazones y mentes por siempre. Marco Antonio

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  6. Bello homenaje a una madre que partió a una dimensión diferente en la que estaba, la recuerdo como una mujer hogareña, dedicada a sus hijos y esposo, alegre y amable. Vuela alto Ligia, hacia la luz de la eternidad.

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    Respuestas
    1. El anterior comentario es mío. Cabe observar Mauricio que a la escuela donde íbamos era de las Urrestas a dos casas de la mía. La profesora era Elia Urresta y dos hermanas más, cuyos nombre no me acuerdo. Un abrazo
      Alfonso Ramos G.

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  7. Que mensaje de despida tan hermoso y tan sentido para doña Ligia, me llegó al alma , un abrazo para ti , Patricia, Vicente , Ximena y Piedad.

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  8. Hermoso mensaje ,gracias por compartir

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  9. Que hermoso mensaje de despedida
    Fuerte abrazo para todos
    Que Dios les dé la fortaleza en estos momentos tan difíciles
    Que descanse en paz su mami

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  10. Hermoso!!! y sentido homenaje todo esta dicho y que papito Dios los siga abrazando con su amor y consuelo¡hasta pronto doña ligia !

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