Los fans de Messi

 


Llegaron con risitas sospechosas y cómplices. Se sentaron en la sala, nos miraron con duda para luego decirnos casi que en coro: ¡Simón se desmayó! Eran Mateo, con su mejor amigo Simón, (el desmayado) y la novia de este, Sofia. 


Mi esposa, que tiene el síndrome de mama pata se abalanzó sobre el muchacho que aun pálido se recuperaba casi que acostado en el sofá de la sala. ¿Pero que les pasó?, donde andaban?, ¿que comieron que les cayó mal?, les preguntaba mientras le tocaba la frente buscando algún síntoma de malestar. Se miraron como preguntándose quien hablaría primero, pero después de una interminable pausa Mateo respondió: fuimos a donar sangre mama.


Patita como impulsada por un resorte se levantó del sillón y les preguntó: ¿Como?, y que les prometieron a cambio, porque ustedes no donan sangre a si como así, de gratis, yo los conozco muy bien! Volvió la pausa y de nuevo se miraron con risitas. Pues... comenzó Mateo diciendo, unas boletas para el juego de Messi el próximo sábado.


¡No!, que locos, pero como pasó, preguntó Patita intrigada y ansiosa. Ahora si quisieron hablar todos en tropel, armando tal alboroto que no entendíamos nada de lo que contaban. En vista de eso Patita los interrumpió para que se calmaran y narraran lo acontecido calmadamente.


Todo fue bien mama, donamos sangre sin ningún problema. Salimos del lugar y nos fuimos a comer a un restaurante y ninguno de los tres sentíamos nada diferente. Ya cuando nos íbamos a ir, Simón se levantó de la mesa para ir al baño, pero en la mitad del camino se devolvió y nos dijo que se iba a desmayar. Nosotros nos reímos por que comenzó a hacer piruetas en el aire como si estuviera bailando Lambada. Como el es tan bromista no le creímos y entre más se retorcía tratando de mantener el equilibrio, más nos reíamos de verlo así. En eso se desplomó y cayó al piso. Esperamos un tiempo prudente a que terminara la broma y se levantara, pero seguía en el piso boca abajo. Yo me levanté y me acerqué cautelosamente para preguntarle si estaba bien, movió un dedo de la mano en señal negativa, volví y le pregunte si estaba desmayado de verdad, volvió y movió el mismo dedo, en la misma mano en señal afirmativa. Ahí si nos asustamos.


Llegó el gerente y los meseros, lo reanimaron, lo acomodaron en un asiento, le dieron de beber agua y poco a poco le volvió el color a la cara y reconoció el lugar donde estaba. Nos fuimos a la carrera antes de que llamaran a los paramédicos y se complicara la cosa.


La próxima vez, les dijo Patita, que tengan una desquiciada ocurrencia de esas, tienen que avisarnos por si les pasa un percance como este, al menos ya pasó el peligro muchachos.


Volvieron y se miraron entre ellos con complicidad y nerviosismo. Risitas otra vez, hasta que Mateo dijo: eso no es todo mama, falta lo de Sara.


¡Que! También donó sangre, donde está, que le pasó, de razón no la veía.


-No, mama ella no puede donar sangre.


-Y entonces, ¿que hizo?, hablen ya!


En ese momento tocaron la puerta y era Sara la que llegaba, con la misma cara de susto que los otros y más pálida que de costumbre.


-Sara, venga Siéntese aquí y me lo cuenta todo sin omitir detalle, le dijo Patita.


-Pues… ustedes saben que yo no puedo donar sangre, pero tampoco me iba a quedar sin la boleta.


-Haber, que locura se inventó, interrumpió Patita.


-Fui a la casa y la única que estaba disponible era la abuelita, así que le dije que fuéramos a comer helado y la saque de la casa.


_Nooo! ¡Sara, no lo puedo creer!


-Si, en el camino la convencí de que primero a donar sangre y después el helado y ella toda contenta acepto.


-¡Sara, por favor!


-Todo fue bien Patricia, le sacaron sangre y ni le dolió. Pero después la deje sentadita en un banco del lugar mientras iba por el carro. Cuando volví estaba tendida sobre el banco y pensé: la abuelita se acostó a descansar. Pero al acercarme no se movía, la zangoloteé y no reaccionaba, tenía los ojos en blanco y las venas del cuello brotadas. Ahí si me asusté y comencé a gritar por ayuda. Llegaron los paramédicos y seguía rígida. La reanimaron y yo trate de llevármela rápidamente para la casa para que nadie notara su ausencia, pero la dejaron en observación por si las moscas. 


-Que susto Sara y que pensaste?


-Pues que por culpa mía la abuelita se nos iba.


-Bueno que sea la ultima vez que cometen esas barbaridades, me oyeron?


No la oyeron, por que se estaban yendo a toda prisa para comprar las camisetas rosadas con el numero 10 para ir al partido del siguiente sábado.


-Patita, le dije yo interviniendo por fin en el cuento; son muchachos y les falta mucho por aprender.









Comentarios

  1. Cierto pero aún falto mucho de la historia q. Sarah no contó, quizás por pena. Termine en el hospital, desnuda y defecada hasta la nariz. Y lo más angustiante era como iba a regresar a casa,mi esposo no sabía nada de lo q. Estaba pasando y no podía ocultarlo porq. No tenía ropa para volver y segundo q. Le iba a decir cuando llegarán los billetes a casa. Así q. Me arme de valor y se lo conté. Hasta ahí, todo bien. Pero no me he podido recuperar

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Siento mucho lo ocurrido, de verdad. Yo realmente de un hecho veridico creo una ficcion, una historia fantasiosa para entretener a los lectores, pero a veces los detalles no los conozco a fondo. Espero se recupere muy pronto.

      Borrar
  2. No los billetes, los recibos del hospital..

    ResponderBorrar
  3. Esos loquitos 😬 Jajaja son flojosss

    ResponderBorrar

Publicar un comentario

Entradas más populares de este blog

Turquia - Un pais magico (Parte 1)

Con buen hambre no hay pan duro