She's Pure




Con el matrimonio de su hermana menor aproximándose, mi jefe, un jamaiquino educado en Nueva York, se encontraba muy nervioso encargado de los preparativos de la boda, con todo el andamiaje que el acontecimiento ameritaba. Entraba y salía de la oficina con el teléfono al oído dando órdenes, haciendo pedidos y concretando el personal adecuado para el magno evento. Hablaba a los gritos como es costumbre de la gente caribeña; parecía enojado a todo momento.


El hombre había sido criado por un padre estricto, evangélico y pastor de su comunidad. Tenia unos preceptos muy anticuados, una moral cerrada y acartonada que parecía atascada en el siglo 17 o 18 de la época del oscurantismo católico con la quema de brujas y la inquisición.


Estaría en los cuarenta años, vivía con su segunda esposa y cinco hijos; tres de la primera y dos de la actual.  En muchas ocasiones cuando recogía a sus dos mayores hijos de la escuela; una niña de 8 y un varón de 10 años, para tenerlos en la oficina mientras trabajaba; los trataba con ínfulas de patriarca. Los chicos se aproximaban a hablarle con temeroso cuidado; no pronunciaban palabra hasta que el no lo autorizara, ni se movían de su sitio sin el permitirlo. En la mirada de esos pequeños no se acentuaba el respeto hacia su padre, se veía el temor hacia él.


Rememoraba yo en esos momentos a varios de mis amigos que tuvieron padres de ese talante autoritario y dictatorial, que, en sus momentos de libertad, sin la mirada inquisitiva de sus progenitores, se desbocaban en tropel a hacer cuanto les viniera en gana, pues no los estaban supervisando y el temor a la reprimenda se les esfumaba. Y es que el miedo como régimen educativo funciona bajo el estricto control y vigilancia de quienes ejercen la autoridad. Pero sin esta mirada vigilante no hay respeto ni control alguno por que no les enseñaron a actuar con ética ante una buena o mala acción. 


En las mañanas, en la oficina antes de empezar a trabajar, el hombre se paraba con la palma de las manos hacia arriba, los brazos flexionados y con voz suplicante y fervorosa, recitaba una letanía de pedidos, ruegos y ofrendas. Poniendo vida, salud, negocios y destino en manos del dios que adoraba. Nombraba a su familia, pedía clientes, pedía plata para pagar sus cuentas y mantener el negocio funcionando. Al final me nombraba a mí, suplicando que se me abriera el entendimiento y la creatividad para hacer mejor y más eficiente mi trabajo. -Así Mauricio no crea, -terminaba diciendo, -pero ”My Lord” es tan misericordioso que cobija con su manto a los ateos para que no ardan en el infierno por toda una eternidad.


Yo lo escuchaba en silencio, sabiendo que su fe ciega no permitía un razonamiento lógico. Así creció, así lo educaron; así educaba y actuaba.


Una tarde, hablando de su hermana, me dijo estar muy confiado en el buen funcionamiento del matrimonio y más que todo, del futuro esposo. Le pregunté si se querían mucho.


-Eso no es lo mas importante ahora, -me contesto. -El amor vendrá con la convivencia y los hijos, -remató diciendo con absoluta convicción.


-Hemos investigado el pasado del novio y tiene un récord intachable, -aseveró, mientras continuaba.


-No tiene multas de tránsito, no bebe ni fuma, graduado de la universidad con buenas notas, además cuenta con un trabajo estable y buenos ingresos.


-Y como averiguaron todo eso, - le pregunté con curiosidad y asombro.


-Hubo una reunión familiar para sentarlo en el banquillo, pedirle sus datos y evaluarlo, -dijo con orgullo.


-Me imagino que hasta la familia del muchacho pasó por el cedazo de sus creencias y convicciones?


-Claro, es el candidato perfecto, -dijo con arrogancia y engreimiento.


-Y tuvo más novios antes que este, ¿que no pasaron el filtro? -Le cuestioné con curiosidad.


-No, Mauricio como se le ocurre, es el primer novio.


-Que edad tiene su hermana, -volví a indagar, sospechando que era muy joven.


-34 añitos. Y Aparte de ser su primer novio, ella tiene un certificado médico, “She’s Pure”.


No entendí lo que me aseveraba. 


-She is Pure”. -volvió y repitió, acentuando lentamente las palabras ante mi ignorancia y notando que yo guardaba silencio y lo miraba desconcertado.


-Mauricio que es virgen, se casa intacta, ¡inmaculada!


No supe que decir. El me miraba con cara de vanidad esperando verme saltar de la alegría y correr a felicitarlo.


Seguí sentado, más solo pensé en la infelicidad de la pobre muchacha a causa de las absurdas normas familiares y los mandatos religiosos.


34 años habían pasado por la vida de esa muchacha sin poder sentir ni dar amor, ni caricias, ni deseo. Era aterrador. Le habían trepanado los sentimientos, encarcelado su adolescencia y juventud en una prision machista y brutal de donde solo podia escapar por via del matrimonio arreglado. 


Qué pensaría al ver a sus amigas con novios, contando sus experiencias sentimentales, sus amores, desamores, alegrias y desventuras. Viviendo un vida normal. Supongo que tendría que haberse refugiado en su absurda religiosidad para sobrellevar esa conducta en un mundo que creo cada vez más laico y tolerante.


Aunque a veces creo que estoy erróneo; las puertas del oscurantismo se están abriendo poco a poco. Las libertades se encadenan de nuevo y el libre albedrio se coarta. Ya comenzó la quema de libros y el veto a ciertos autores aquí en la Florida. Prohíben las clases de arte en los colegios, censuran palabras y conceptos. 

Pensar y cuestionar crea desconfianza. Volveremos a aquellos nefastos y aciagos tiempos en que seguíamos el rebaño obedientemente sin desobedecer pues nos esperaba el destierro, la cárcel o la hoguera.


Solo espero que estos presagios no sucedan, que simplemente este exagerando y me equivoque. 




 

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