Un simple nudo de corbata

 


Esta mañana, cuando estaba desayunando, salió mi hijo, el mayor, muy de prisa y apurado del cuarto con una corbata en la mano para que le hiciera el nudo.

Levanté la vista del plato y me quedé observándolo por unos segundos. Unos segundos que me devolvieron al pasado, a muy atrás en el tiempo; me vi reflejado en él, cuando en las ocasiones en que necesitaba usar corbata le pedía a mi pápa que me hiciera el nudo.


Más de cincuenta años han pasado de esos momentos, pero la imagen y los recuerdos acudieron claros y nítidos a mi memoria. Sentí nostalgia; de pronto sentía que mi pápa ya no estaba y que solo y desprotegido no tenía a quien acudir para que me hiciera un simple nudo de corbata.


Me quede pensando como un detalle tan cotidiano y superfluo puede quedar guardado en la memoria, olvidado en el tiempo y de pronto con una acción similar, activarse el interruptor para revivir la escena con una fuerte carga de emotividad.


Volví al presente y vi a mi hijo nuevamente mientras estiraba la mano para darme la corbata. Tan joven. Tan ingenuo y risueño, aun con mucho recorrido por delante. Con una vida por experimentar, en un mundo que cada día se nos torna más intolerante y caótico.


Proyecté su imagen al futuro, muy adelante, cuando en las mismas circunstancias fuera él quien a su vez estuviera haciéndole un simple nudo de corbata a su hijo. Se acordará de mí en esos momentos, me pregunté. Evocará a su pápa, ido hace muchos años, o simplemente hará el nudo y seguirá en su cotidiano quehacer.


Tantas preguntas y dudas me asaltaron, que seguía estático sin estirar la mano para coger la corbata.


-Pápa, el nudo-, me dijo sacándome de la retrospección en que me encontraba.


-Si mijo, démela. -le contesté levantándome de la silla, para ir a pararme en frente del espejo y hacer el nudo.


No me vi yo reflejado en la bruñida superficie de cristal, vi la imagen de mi papa, con sus gafas, su risa picarona, y sus trigueñas manos moviéndose ágilmente para terminar el nudo.


Se me hizo un nudo en la garganta; carajo que sentimentales nos ponemos los viejos, pensé, mientras le entregaba la corbata a mi hijo. Le di un beso en la frente y giré inmediatamente, dándole la espalda para que no viera lo húmedos que tenía los ojos por un simple nudo de corbata.

Comentarios

  1. También me paso a mi mi Señor Padre me enseñó, el nudo doble, bellos recuerdos.👏

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