Archie & Bruno


 La vida está llena de asombrosas coincidencias, increíbles situaciones y desenlaces inesperados. Pareciera que algún invisible titiritero moviera los hilos de la existencia y guiara nuestros pasos a donde el quisiera llevarnos. O tal vez no. Es simple y llanamente un acontecimiento más en el que exageramos lo fortuito del hecho.


Para narrarles lo acontecido, tengo que remontarme más de dos años atrás y comenzar desde ahí. Después da la muerte por enfermedad y vejez de nuestra mascota “Misty”, entramos en un periodo de duelo y nos juramos y rejuramos (mis hijos, Laurita, mi mujer y yo), no volver a tener perros en honor y consideración a nuestra querida y extrañada mascota. Me mantuve firme, mis hijos también, Patita de vez en cuando reculaba y comentaba que como sería un perrito dando vueltas por la casa moviendo la colita de felicidad al vernos llegar. Laurita la secundaba, me miraban con cara de súplica y mostraban fotos de perritos. Yo, arqueando las cejas y arrugando la cara en señal de disgusto les decía, -Y quien va a recoger la caca y limpiar los orines, y, además, les recalcaba, -cada que Misty se desperezaba en las mañanas y se sacudía, caía más pelo al piso que en barbería de puerto costero. -Aun hoy, -les recordaba, -al aspirar mi van por dentro, siguen saliendo pelos de Misty, -Miren, -les mostraba la casa, -está limpia, - el patio bien cuidado sin olores desagradables, -terminaba diciendo esto y me iba para mi cuarto.


Pasó más de un año en ese tira y encoje. Llegaba del trabajo y las encontraba, celular en mano, viendo ofertas de perros, apenas me acercaba cerraban el programa y entre risitas y secretos se comunicaban con miradas y señales, en una peligrosa confabulación que creo, estaban tejiendo a mis espaldas. Una tarde llegué de trabajar y mi mujer me tenía, ¡Un Noticiononón!, -que según ella cambiaria por completo el panorama del perro.


-Habían encontrado la solución, dijeron en coro y visiblemente emocionadas. -HYPO-ALER-GENI-COOO!, pronunciaron la palabra a viva voz, separándola en cuatro partes alargando la o final semejando un coro de iglesia en letanías. No les hice caso y seguí derecho a mi cuarto a cambiarme de ropa. Sali del cuarto, me senté en la sala y mi mujer con cara de malas pulgas me dijo, -si ve que usted no me escucha, - mi vida aquí estoy dígame, -¿que le dije cuando usted llegó?, adivinando le contesté que me había preguntado cómo me fue en el trabajo. Por supuesto no acerté y para que fue eso. Comenzó la cantaleta y dale que dale y como las mujeres tienen una memoria de enciclopedia británica para acordarse de todo lo malo que les hemos hecho, me recitó casi todo el repertorio.


Ya en la cama me mostró el celular y me dijo, -léase este articulo a ver si tiene tiempo para mí. Tocó leerlo y en efecto hablaban de los perros hipoalergénicos que no botan pelos y son ideales para las personas alérgicas a las mascotas. -Interesante, -le contesté dando media vuelta en la cama para dormirme, antes de que entablara conversación.


Por esos días el primo de mi esposa nos invitó a su casa, al llegar nos encontramos con dos enormes mascotas, lanudos como mamuts prehistóricos, brincones y juguetones y lo más asombroso: ni un solo pelito, ni una sola lanita caía al piso o quedaba impregnada en nuestra ropa. -HYPO-ALER-GENI-COOOS!, gritaron las dos con sonrisa triunfal mientras jugueteaban con los perros en el suelo, revolcándose con ellos y mirándome retadoras. En el camino de regreso a casa comenzó el tiqui-tiqui, el tenga para que se entretenga y el consabido; te lo dije, pero como no escucha, sino lo que le conviene. Una hora duro el viaje, una hora en que no pararon de remachar el asunto. Me están arrinconando, pensé mientras parqueaba el carro en la casa.


Ya envalentonadas y habiendo ganado terreno en la batalla comenzaron a mostrarme esas bolitas de carne felpudas que por acá llaman puppies. Bonitas y con todos los superlativos que uno les quiera enganchar, pero apenas Patita me mostro los exorbitantes precios de esas indefensas criaturas de Dios, volví y gané terreno en la batalla. No bajaban de $1,500 a $5,000 dólares o muchísimo más. Ahora fui yo le que grité: CA-RI-SI-MOSSSS! Después de eso en la casa se aquietaron las aguas y reinó una aparente calma. Pero, a mis espaldas se fraguaba la emboscada final.


En medio de la tregua, les trate de cambiar la idea de un perro por un kayak. Me explayé como político en campaña exaltando las virtudes y ventajas de uno de estos juguetes para adultos. Que no necesitan alimentación, ni cuidados, que la casa se mantendrá limpia, que son buenos para la vida al aire libre, para la salud, para que los muchachos disfruten con sus novias, etc. Hasta las lleve a Costco donde los vendían y estuve a milímetros de convencerlas y subir el juguete al carrito de compras, fracase en el intento. 


Ahora viene lo interesante de la historia. Mi mujer, muy a escondidas venia siguiendo unos cachorros que estaban vendiendo, era una camada de ocho, a medida que pasaban los días se iban yendo al exorbitante precio de $2,000 cada uno. Por último, quedaron dos, pasaron varias semanas y el dueño los fue bajando de precio, ya tenían dos meses y se aproximaban las vacunas y el chequeo, eso le costaría plata que no estaba dispuesto a gastar. Comenzó el contra ataque de Patita, que cual me gustaba, que tan bonitos, que estaban baratísimos y que lo mejor de todo, No Botaban Pelos y que ella llegaba muy estresada del trabajo y el perrito sería el antiestrés ideal. Yo atrincherado no sacaba la cabeza ni para respirar.


El engranaje que pondría en marcha la maquinaria de los fortuitos acontecimientos comenzó ese mismo fin de semana en que rebajaron el valor del perrito. Nos invitaron a una fiesta unos amigos peruanos, dudamos en asistir, pero a último momento decimos ir. La fiesta transcurrió sin novedad alguna, hubo orquesta de música tropical, bailoteo, buena comida y traguito en abundancia, la policía llegó dos veces a parar el alboroto y a la tercera exigieron terminar el ágape. Nos fuimos como a la una de la madrugada.


El siguiente día, muy en la mañana, Patita me despertó exaltada, habían rebajado el precio de los dos últimos perritos que quedaban. -Vamos me dijo, levantándome a empujones de la cama. Acorralado y sin escapatoria y aun dormido nos encaminamos a la cita. Íbamos Lukitas, Laurita, Patita y yo al volante pensando en la sin salida en la que estaba. Llegamos, Patita iba decida a comprar uno de los puppies, blanquito el, con manchas café claro por todo el cuerpo, lanudo y de pelambre ensortijado como una oveja. El dueño, un texano recién llegado a la florida se apareció con los dos, el negrito y el blanco. Patita, Lukitas y Laurita en un arranque de euforia, al unísono se abalanzaron sobre las mascotas y en un intercambio de besos y abrazos se tiraron al andén, se los pasaban de mano en mano como bebe recién nacido y al coro de: -yo quiero este!, no yo este!, y donde me dejas esta belleza!, pero mírele esos ojos tan tiernos!, se les iba el tiempo sin decidirse. Me mantuve alejado de los animalitos mientras valoraba la situación. 


El texano me pregunto cual íbamos a comprar, -creo que el blanquito, -le dije. Por la prisa de salir no habíamos traído plata en efectivo, así que le sugerí que fuéramos a un banco cercano a retirarla. El dueño, muy confiado les dijo: -vayan en su carro con los dos para que escojan mejor, que yo los sigo atrás. Para que fue eso, en el carro aumento la melosidad; abrazos, besos, dame este, no coje el otro, mira como juegan entre ellos, da pesar separarlos. -Pues no los separemos y nos vamos sin ninguno, -les dije bromeando. -Noooo, gritaron abrazándolos más.


Llegamos al banco parqueamos los carros, fui cajero y retire la plata, me acerque al dueño y le pregunte a boca de jarro: -cuanto por los dos?, El hombre me miro entre sorprendido y entusiasmado,

-Lo que vale cada uno, me contesto al instante.

-Nooo, voy a llevarme ambos puppies hágame una rebaja, -le respondí.

Que imposible, que no, que esos perros costaban mucho más y que bla, bla, bla. -déjeme hablo con mi esposa, -me dijo mientras se alejaba un poco.

Aproveche para acercarme a la van y preguntarles por cual se habían decidido. Que el blanquito, pero que mire al negrito como es de tierno, y que como juegan de bonito. -pásenme al negrito lo devuelvo, -les exigí.

Al tratar de cogerlo y sacarlo de la van se puso a temblar, volví y lo dejé en el carro.  


Regrese donde el texano.

-Ese es el precio final, el que acordamos con mi esposa, no podemos rebajarlos. Saqué un fajo de billetes y se los puse en la mano, le dije cuente, contó,

-Y esto, me preguntó.

-Eso por los dos, me los llevo ya,

-No, espere, imposible, no puedo, es menos de la mitad.

-Piénselo, se lleva el efectivo de una vez y se olvida de ellos.

Mientras me miraba y pensaba le pregunté por Texas y el porqué de su venida a la Florida,

-La familia de mi esposa vive aquí y queríamos estar juntos.

-Que bien, le dije,

-Es una bonita área, nosotros vivimos hace muchos años a dos cuadras, inclusive, anoche estuvimos en una fiesta de unos amigos peruanos, un cumpleaños, 

-Que coincidencia, nosotros también, “peruvian’s party”, cumpleaños de una amiga de mi esposa, 60 años, -terminó diciendo.

-Nuestra amiga cumplía 57, le contesté, rematando, -inclusive llegó la policía dos veces a parar la música pues era con orquesta.

-No, le creo me dijo, en nuestra fiesta también llegó la policía y la terminó y había orquesta.

-Pues entonces estuvimos en el mismo “party”, - ¿y usted que hacia allí?,

-Mi esposa es peruana, -me contestó,

-Como se llama, le pregunté.

Al oír el nombre le dije emocionado, llámela que mi esposa la conoce, el hombre llamo y las dos mujeres, asombradas y aleladas por la inusual coincidencia se soltaron a hablar. Y si, eran dos las cumpleañeras, hermanas ellas, de 57 y 60, por eso no coincidían las edades. Entre charla y risas la peruana acordó que como eran amigas de hace muchos años, lo cual en los inmigrantes significa “familia”, nos rebajaría el precio de los dos puppies.


Salimos todos contentos y felices con dos nuevos miembros en la familia, rumbo a la casa para que conocieran su nuevo hogar. Bruno, el negrito y Archie, el blanquito entraron a la casa llevándose todo por delante, mordisqueando muebles, cortinas y chancletas. Espero que mi Patita, que llega tan estresada del trabajo, encuentre la paz que busca al abrir la puerta de la casa cada tarde. 

Comentarios

  1. Te convencieron, pero ellos nos dan mucho amor, y también nos salen muy caros .

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  2. Happy wife, happy life. Es lo dicen los gringos

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