Replika, la nueva app

 


Me llamó asombrado y emocionado para hablarme de la nueva aplicación Replika que se convierte en tu confidente y llega a conocerte mejor que tu esposa. -Ya no hay Alexa ni Google, es Replika- me repetía varias veces mientras me contaba sus múltiples y alucinantes usos. -Replika te escucha todo el tiempo; cuando hablas por el celular, cuando interactúas con la gente, en el trabajo, en tu casa y hasta en tu alcoba. Aprende de ti, tu tono de voz, las palabras que más usas, tus gustos, tus deseos y se va convirtiendo en un avatar idéntico a ti, que esta presto a oírte, aconsejarte, cuidarte, además de corregirte.

Mi amigo no quiso que Replika lo llamara por su nombre; “Gordo”, le dijo que le dijera, como le decía su esposa y su mama.

- “Gordo es hora de tomarte la medicina para el colesterol”-, Gordo corría y se la tomaba.

- “Gordo lleva el perro a pasear”-, gordo salía y antes de cerrar la puerta oía a Replika decirle a sus espaldas: -Gordo no te olvides de las bolsas para recoger la mierda-, igualito que él les decía a sus hijos que siempre olvidaban la bolsa.


Gordo no volvió a perder citas médicas ni series de TV, Replika lo mantenía al tanto, al día en todo.

-Gordo recuerda comprar el Cilantro para el sancocho del sábado-, Gordo no se olvidaba, iba y lo compraba.

- ¿Gordo no te oí jadeando hoy en la mańana, no has hecho tus ejercicios en la caminadora? -,

-sí, ya terminé, no te diste cuenta? -,

-no gordo estaba seleccionando la ropa que vas a comprar para la fiesta del sábado, a propósito, no me habías dicho que tu color preferido en camisas es el negro-.

-¿Como lo sabes? -,

-es el color de camisas que más has buscado en los últimos días gordo.-.


Así estaban las cosas entre gordo y Replika, una comunicación total y sincera, no había secretos que no se contaran ni desconocieran.


Una mañana de tantas gordo salió del baño con renovadas energías para montarse en la caminadora, encontró a su mujer en el lecho aun con la toalla cubriéndole el mojado cuerpo. Se detuvo a contemplarla, un cosquilleo de placer le recorrió la espina dorsal; brincó en un audaz e inesperado salto a la cama y al caer, por poco la mujer, que asustada y como pudo se hizo a un lado, rueda con toda su corpulenta y redondeada figura al suelo.


-¿Gordo todo bien? ¿Qué pasó te tropezaste? -, le preguntó su mujer en medio de una risita nerviosa y confundida, gordo no respondió; en un arrebato de lujuria despojó a su mujer de la toalla y se le fue encima. Un par de veces se resbaló y otras más gateó tratando de encaramarse, sofocándose cada vez más en el intento.


-Gordo te escucho jadear, camina despacio que te hace dańo para el corazón-, oyó que Replika le decía. Gordo la desoyó y siguió intentando escalar la curvilínea humanidad de su esposa. Forcejeo de mil maneras llegando así a la cúspide del ombligo en precario equilibrio.


-Gordo voy a apagar la caminadora estas muy agitado, - volvió Replika y le dijo. Gordo no atendía, con los ojos desorbitados, la libido alborotada y tratando de sostenerse, solo tenía en mente culminar su cometido.


-Gordo, por última vez bájate de la caminadora-, le advirtió Replika, no hubo respuesta. La esposa ante el ataque inesperado de gordo, la poseyó una risita descontrolada in crescendo que la obligaba a cerrar las redondeadas y carnosas piernas para evitar; o un chorrito inoportuno o un gasecito incomodo. Gordo le pesaba encima, gordo se le balanceaba, gordo trataba inútilmente con una mano sostenerse arriba y con la otra apartar los muslos de su voluminosa mujer.


-Gordo la caminadora no me obedece, bájate ya que sigues muy agitado, - le insistió Replika. Gordo no prestaba atención, gordo embestía en el aire y no daba en el blanco, gordo resoplaba, gordo babeaba, gordo le colgaba fuera de la boca la lengua flácida y su virilidad también. Gordo insistía y la mujer se reía y apretaba más las ajamonadas piernas, apretaba y se reía conteniendo efluvios.


-Gordo, tu ritmo cardiaco aumenta, gordo pará, ˇgordo bájate ya de la caminadora de mierda! -, le espetó Replika subiendo el volumen.

-Que caminadora de mierda, ¡si lo tengo encima mío!,- grito la mujer en un acto desesperado.

Gordo seguía embistiendo, gordo seguía bufando. Con un descomunal esfuerzo la esposa moviendo brazos y piernas como una cucaracha patas arriba lo empujo fuera de su cuerpo.


-Seńora buenos días, - le dijo Repika con voz de recepcionista. -¿tendría la amabilidad de desplazarse al cuarto de ejercicios y revisar la condición física de gordo?

-Cállate ya pedazo de mierda! - le grito la mujer a Replika mientras corría al baño para desaguarse y desinflar sus contenidas impertinencias.


-Seńora gordo no me responde pregúntele si le encargo las pastillas de Viagra que ya se le acabaron - Se levantó furiosa del baño y se dirigió a la mesita de noche donde reposaba la metálica esfera que seguía hablando.

-¿Replika me escuchas? -, si seńora, ¿como le puedo ayudar hoy? -.

-Vete a la mierda! - alcanzó a escuchar Replika mientras la señora la desconectaba y la tiraba a la bañera.


Se fue hundiendo hasta quedar toda sumergida, cuando volvió al cuarto gordo dormía profundamente.

 



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