Reflexiones
Es tan bello, tan hermosamente increíble hacer el amor con la persona que amamos, la cual deseamos con cada átomo de nuestro cuerpo; en la que creemos que sin ella no podríamos vivir, ni respirar un segundo en la vida; y es que no entiendo a los moralistas, a los religiosamente adoctrinados, que fieles a unos preceptos anacrónicos y antinaturales se aferran a mutilarle al cuerpo su natural necesidad de sentir, de desear; a cercenar el placer, el gusto del contacto físico, del beso, de la caricia, de la copula. Y que no me vengan a decir que el sexo antes del matrimonio es “pecado” y que las mujeres quedaran deshonradas y que nunca jamás ningún hombre se fijara en ellas con buenas intenciones por que han perdido su virginidad y que su cuerpo ha sido mancillado y que no merecen que alguien las respete y las ame. Juzgar y condenarlas al ostracismo es demeritar su valía por el simple hecho de no tener el himen intacto, es degradarlas a un nivel muy inferior al de los animales, es s