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Mostrando las entradas de enero, 2015

Los diez a tres mil

Si, volvió y repitió: es una buena oportunidad para que unos cuantos ilegales obtengan documentos directamente de inmigración. Mientras hablaba y gesticulaba, me remonte al momento de conocerla;  frisaba los cincuenta, pero como toda buena mulata y caribeña, mantenía sus carnes firmes y su delgada figura bien torneada. Se me había presentado como psíquica, clarividente y adivinadora, un don, que según ella se le había manifestado desde muy niña allá en su natal Santo Domingo, cuando la abuela la llevaba al cementerio a visitar a los muertos y ella, a esa corta edad conversaba con muchos de ellos. Su abuela la consideraba fantasiosa y soñadora, dejándola conversar con sus amigos imaginarios mientras ella le rezaba a su esposo, hasta que un día el abuelo le mandó un mensaje que la dejó fría, pues era algo muy personal, muy de ellos dos y esa niña no tendría por que saberlo. A partir de ahí la miró con otros ojos, le tenia un poco de miedo y mucho respeto, demasiado pues le permitía hace

La Plumita

Mijo?. Que?. Estuve oyendo un programa radial donde hablaban de una plumita. Y? Papi es algo novedoso… un juguete! Los niños ya tienen muchos juguetes, para que mas? No mijo, no me ha entendido. Si ve que yo le hablo y usted no pone cuidado! Claro mija una plumita no?, de eso estamos hablando. Si pero el programa era de una sexologa muy reconocida. ¡Sexologa!?, quiere que le haga cosquillas o qué? Si ve papi que usted no me toma en serio, déjeme le explico…. … y la plumita se pasa por la espalda y una se eriza lo mas de rico papi. Estacionamos el carro a una distancia prudente del luminoso aviso que en grandes y centelleantes letras rojas decía: “ADULT TOYS”. Que vergüenza, le dije a mi esposa, si algún conocido, ve mi carro aquí, lo primero que va a pensar es que ya no funciono y que estoy buscando un…. bueno mija usted sabe que dirán. La dependiente, una rubia enorme, abundante en carnes y con unos pechos como para amamantar una guardería entera, apenas nos vio se levanto y al vaivé

La Marucha

Fue a finales de los noventa, en Manhattan, New York, cuando la conocimos; llegó tarde, como siempre disculpándose y riéndose. Era el primer día de clases. Comenzaba un semestre mas de "Commercial Photography" en el "Center for the Media Arts" y mi amigo y yo, que ya habíamos terminado los estudios, estábamos trabajando en la academia, en el laboratorio de fotografía. En aquella época, aun existían los cuartos oscuros donde se revelaban los rollos fotográficos y se imprimían las imágenes en cubetas de revelado. Casi siempre recibíamos a los nuevos alumnos y les hacíamos un recorrido por la escuela: comenzábamos por el primer piso donde estaban los estudios fotográficos con sus enormes rollos de papel o lienzo que hacían las veces de "background", las luces de estudio, los flashes, las cámaras de fuelle de 5x7 montadas en los pesados trípodes de patas firmes, luego en el tercer piso estaban ubicados los pequeños y oscuros cubículos que contenían cada uno