A los cuarenta

Amaneciste con la edad en la cual entras a la plenitud de la vida; la madurez. En que como una jugosa  fruta tropical, te endulzas, te aromatizas y tu piel, cual mango maduro incita a deleitarse con los cinco sentidos.

A tu lado he sido testigo de esta transformación, de como tu cuerpo se moldeó para ser madre, se ensanchó para que nuestros hijos crecieran en ti y se alimentaran de ti y luego salieran a la vida a travez de ti, de como tus pechos se agrandaron para alimentarlos y tus brazos se hicieron fuertes para arrullarlos.

Han sido quince años en los cuales pasaste directamente de amante a madre, de madre a esposa y de esposa a ser mi universo, mi todo. De tu mano he recorrido un largo camino, he aprendido a ser compañero, me enseñaste que la fidelidad se gana con respeto, con amor y no con exigencias ni amenazas. A mirar en una sola dirección, a caminar la misma senda y a soñar los mismos sueños. Aprendi a ser un todo contigo y no una parte individual, aprendí a mirarte a los ojos y decirte "te amo" sin temor a que descubras en mi una mentira porque no la hay.
Y como cambie en el camino, ni yo mismo me lo creo. Si miro en retrospectiva y veo al Mauricio de hace quince años o mas, es alguien muy diferente a mi, ya no hay nada de ese "buena vida", mujeriego, loco y aventurero que vivía en Nueva York. Ahora, gracias a tu entrega, a tu amor, a todo lo que representas para mi, soy  lo que soy ahora: una persona nueva, con una responsabilidad y un futuro por delante que no lo tuve antes.

Pero realmente hoy quiero hablar de ti, no de mi, por lo que representas para mi, por que no concibo la vida sin ti, por que el regalo mas precioso que me da la vida es, en las mañanas abrir los ojos y verte ahí, a mi lado, enredada en mi cuerpo, calentando nuestra cama y mi vida.

No es maravilloso amar a alguien así, alguien a quien durante 45 años de tu vida no conocías, no representaba nada para ti, y ahora lo es todo, es como si hubieras nacido con esa persona, como si fuera parte de ti y hubieras recorrido toda la vida a su lado.

Realmente estoy agradecido con el destino, con el universo, con la predestinación, por haber escogido los caminos y las tomado las decisiones correctas que me llevaron a ti, que me dieron el valor o la descabellada locura de decirte, al siguiente día de conocerte que ibas a tener un hijo conmigo; Te fuiste, corriste gradas abajo diciendo: usted esta loco Don Mauricio.

Y tenias razón, Don Mauricio se quedo en Nueva York, perdido en las calles de Queens persiguiendo quimeras y sueños imposibles. El que un día se levanto y te dijo: nos vamos para la Florida, fue el que estaba naciendo, fui yo, el que te escribe, el que tomo la decisión de partir, con una muchachita de 25 años, un hijo de cuatro meses y 400 dólares en el bolsillo a lo desconocido a abrirse camino en la vida, a recomenzar de la nada y sin nada, solo con tu apoyo, con tu amor y con la fe en que a tu lado podía conquistar el mundo.

Gracias amor por creer en mi, por seguirme y apoyarme. Te amo y te amare por siempre.

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