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Mostrando las entradas de junio, 2013

El verdadero amor todo lo perdona

"Prefiero compartirla que no tenerla; aceptarla así, que perderla". Me lo dijo despacio, con los dientes apretados y un nudo en la garganta conteniendo una tormenta de sentimientos que se le arremolinaba en el pecho. En sus ojos adivine una honda pena, pero también un amor grande, grandísimo, inconmensurable que todo lo perdonaba por estar a su lado. No llegaba a los treinta, de contextura  gruesa, un poco obeso y estatura mediana. De risa franca y hablar honesto. Por aquella época trabajaba en un restaurante de comida típica colombiana como chef. "Cerca del trabajo de mi mujercita, para acompañarla de regreso a casa, estas calles son muy peligrosas de noche". Las calles pertenecían al condado de Queens en el estado de Nueva York, el barrio era Jackson Heights, un suburbio del cual los inmigrantes hispanos se habían apoderado inundando las calles de negocios, mercadillos, restaurantes y ventas callejeras. Colombianos, dominicanos y mexicanos competían y luchab

Una ayudita desde... el otro lado

Ese domingo en especial me sentía un poco intranquilo. Estábamos con el editor terminando las ultimas páginas del periódico para enviarlas a la imprenta. Esa noche se jugaba la final de la Copa Libertadores en Uruguay y dada la hora en que el encuentro terminaría y lo apretado del juego, el editor decidió hacer dos portadas para llevarlas a la imprenta y tenerlas listas en la prensa. Apenas supiéramos el resultado final colocaríamos la portada con el equipo ganador. No había internet, teníamos en la oficina una maquina como un fax que todo el día estaba imprimiendo noticias en rollos de papel de forma continua de las agencias noticiosas como: Notimex, AFP o FP. Aparte de eso las llamadas oportunas a periodistas locales nos servían de fuente informativa. En la oficina se vivía un ambiente bullicioso, se hacían apuestas, se celebraban los goles y se crispaban los nervios. La páginas interiores del periódico ya estaban listas, salvo una, que iría con el comentario final del juego y estaba

El adiós

Se quedo viéndola fijamente, como cada vez que deseaba grabar en su memoria una expresión, un rostro, un momento importante de su vida; escudriñando detalles como lunares, pecas, pliegues en el rostro, concentrándose en algo que, en un futuro cuando quisiera recordar solo tuviera que pensar en eso para que a su memoria llegara la escena con toda su vivacidad y no en una nebulosa como muchas veces le había pasado. Volvió y la contempló, era bella, de facciones finas, nariz perfectamente alineada con sus verdes ojos enmarcados en unas bien cuidadas cejas color castaño claro. Recorrió lentamente su rostro con la mirada, se detuvo en sus ojos, penetrantes, húmedos, tal vez a punto de llorar, supuso. Su boca, carnosa, rosada, con el labio inferior entreabierto mostrando los blancos dientes como perlas que invitaban a besarla, a mordisquearla…, pero se contuvo. Entrelazó los dedos en la rubia cabellera y le cubrió el rostro con el dorado pelo; le gustaba verla así; el húmedo cabello cubr

La geografía de tu cuerpo

Con el permiso de los verdaderos poetas y en especial de mi gran amiga Rosarito; Poetiza de a verdad, musa del amor, palabra hecha erotismo, que me honra con su amistad, tengo la osadía de publicar este tosco e imperfecto soneto que me salió del corazón, pero como el amor es poderoso e invencible me atrevo a subirlo a mi blog. Mujer, sobre la naciente geografía de tu cuerpo escale tus montañas subiendo las altas cúspides. Descendí a tus inexploradas profundidades donde me sumergí hasta quedar sin aliento. De tus manantiales mi sed he saciado, ebrio de placer en tus playas me he adormilado hundiendo mis manos en la tibia arena de tu piel haciendo brotar cofres, tesoros, riquezas y plata. que no pudo desenterrar ningún otro pirata. He sentido la acariciante brisa del poniente mecer tus palmeras suave y ritmicamente. Mas también en las noches de bochorno y calor he sentido tu furia huracanada en todo su fragor llevarme a la locura, al éxtasis abrazador de tu amor. He abierto el surco y se

El primer amor

Eran muy jóvenes cuando se conocieron, fue en el colegio, su sexualidad estaba despertando, sus hormonas activandose, comenzaban a sentir, a desear, a experimentar, a besarse por primera vez. Kaitlyn Hunt y J. Smith tenían en esa época 16 y 13 años respectivamente, eran compañeras de clase, jugaban en el mismo equipo de baloncesto, almorzaban juntas, iban y venían del colegio a la casa juntas. En la escuela, en el condado de Indian RIver en la Florida sus compañeros sabían que eran pareja, que se querían, lo aceptaban y las respetaban. Kaitlyn es una destacada y aventajada alumna del plantel, participa en todas las actividades y tiene un futuro promisorio por delante en su vida profesional. Muchas veces, cuando caminaban cogidas de la mano de regreso a casa, se prometían amarse y respetarse por el resto de sus vidas. Solo estaban esperando cumplir la mayoría de edad y terminar sus estudios para casarse y adoptar uno o dos niños; tal vez la parejita, pensaban y se abrazaban. Estab

Doña Aurita

"Mijo, mijo, me mataron a mi Carlitos, mi muchacho" . Esas palabras salían del corazón de una madre destrozada, abatida por la nefasta noticia. Me abrazo llorando: "Mijo usted no sabe el dolor tan grande que representa la perdida de un hijo, así tan repentinamente, es muy duro, duele" . Lavó su herida con llanto por unos momentos y después, como era su costumbre, recuperó la compostura, su altivez: "Venga, ayudeme a arreglar la casa para el velorio". No la volví a ver llorar nunca mas, al menos en publico, ni en esos aciagos y tormentosos días que siguieron al entierro de "Canuto" , ni en las muchas ocasiones en que el destino puso a prueba su temple y su carácter. Cuando la conocí, por allá en los años 70 estaba afincada en el sur oriente de Colombia, en el departamento del Caquetá. Con su esposo Don Serafín habían emigrado de su natal Salento en el Quindio huyendo de la violencia, de los ríos de sangre que dejaron los enfrentamientos entre L