El verdadero amor todo lo perdona
"Prefiero compartirla que no tenerla; aceptarla así, que perderla". Me lo dijo despacio, con los dientes apretados y un nudo en la garganta conteniendo una tormenta de sentimientos que se le arremolinaba en el pecho. En sus ojos adivine una honda pena, pero también un amor grande, grandísimo, inconmensurable que todo lo perdonaba por estar a su lado. No llegaba a los treinta, de contextura gruesa, un poco obeso y estatura mediana. De risa franca y hablar honesto. Por aquella época trabajaba en un restaurante de comida típica colombiana como chef. "Cerca del trabajo de mi mujercita, para acompañarla de regreso a casa, estas calles son muy peligrosas de noche". Las calles pertenecían al condado de Queens en el estado de Nueva York, el barrio era Jackson Heights, un suburbio del cual los inmigrantes hispanos se habían apoderado inundando las calles de negocios, mercadillos, restaurantes y ventas callejeras. Colombianos, dominicanos y mexicanos competían y luchab