La amnesia

Mi hermana salió dando volteretas por el aire después del estruendoso impacto de la moto en que viajaba. Iba de pasajera y sin casco protector, a la tercera vuelta la fuerza de la gravedad la devolvió a tierra, cayó con toda su humanidad sobre el prado. Afortunadamente, pero quedo inconsciente.

Dos semanas antes se había casado y su flamante esposo, radicado en Nueva York  tuvo que irse antes por razones de trabajo. La llamaba todos los días, mañana y noche. Recién casado y cuarentón, estaba de vacaciones cuando la conoció y en un acelerado noviazgo express se casaron. El hombre no creía y ella menos que se hubieran casado tan rápido y casi sin conocerse, pero así es la vida y el amor es juguetón y travieso… y nos pone a prueba.

Mi hermana siempre fue alegre, fiestera y parrandera, nunca paraba en casa y no entendíamos como se  había casado con un señor tan serio, de pocas palabras, introvertido callado, calladisimo, casi que mudo.

Lo primero que hizo el callado señor cuando llego a Nueva York fue llamarme por teléfono para que nos conociéramos formalmente, pues a pesar de vivir en la misma ciudad y provenir de la misma región de Colombia no sabíamos de la existencia mutua. Llego a mi oficina con toda su familia; "para no tener secretos con mi nuevo cuñado", me dijo muy solemnemente. Me presento su hijo de un fracasado anterior matrimonio que tendría unos doce o trece años, el muchacho me estiro su delgaducha e inerte mano y mascullo una presentación entre dientes que salió de su boca convertida en un susurro inentendible. Luego saco de su desgastado y negro sobretodo de cochero de Dracula un también delgaducho perro que estaba mimetizado en sus brazos. "Nuestra mascota", dijo con orgullo. Le acaricie la huesuda y despoblada cabeza y el animalejo ni ladró, ni movió la cola. Fiel copia del amo, adusto, seco y casi que mudo. "El canario no lo traje pues no se va bien con el perro y es mejor evitar problemas". me susurro muy seriamente.

Me prometió, levantando la mano derecha como en un sagrado juramento, respetar, amar y cuidar a mi hermana menor, serle fiel en la pobreza y en la riqueza, hasta que la muerte nos separe, termino recitando seriamente. Se despidieron los tres de la misma manera que saludaron y en el mismo orden bajaron las gradas en fila, callados, enjutos, como en un cortejo funebre.

Quede meditabundo, "será que este es el hombre que por fin va a hacer sentar cabeza a mi casquisuelta hermana?", "si es así, a duro que le va a tocar", pensé.

Cuando mi hermana salió de la inconsciencia se encontró internada y con la cabeza vendada. "Afortunadamente esta bien" les dijo a mi familia el galeno en el hospital. "Tiene, un poco de amnesia temporal debido al fuerte golpe en la cabeza", dictaminó el matasanos. "Que significa eso", dijo mi mama asustada y a punto de llorar. "Que se le olvido todo?" al momento intervino mi otra hermana. "No nos reconoce?" remataron las dos ya con lagrimas en los ojos. "Nooo!" replico el medico quitándose los espejuelos para distraídamente limpiarlos. "Según las pruebas que le hicimos esta mañana su hija no se acuerda absolutamente de nada de lo ocurrido en su vida en las ultimas dos semanas", sentenció el hombre de la bata blanca.

"Casadaaaa?, con quien?, cuando, yooo?" Grito asustada mi hermana apenas le dieron la noticia. No hubo poder humano que la hiciera entrar en razón y aceptara el hecho de su matrimonio. Cuando le llevaron las fotos de la boda lo primero que dijo fue: "Yo no conozco ese señor tan serio, no se ríe, nunca me casaría con alguien así" y volteo la cara para dormirse.

Me toco en suerte, por ser el hermano mayor y estar cerca de el, llamarlo y darle la funesta noticia de que estaba casado pero no. Lo llame y con un tono de voz natural y despreocupado le dije que pasara por la oficina para conversar un rato. Acepto gustoso, que después de las seis de la tarde nos veríamos. Mil y una frases pensé, acomodé y organicé tratando de escoger la menos dolorosa forma de contarle lo sucedido con su reciente esposa. "Y como van las cosas", le dije con naturalidad cuando llego. "De ayer a hoy muy bien", me contesto y completó: "desde que conocí a su hermana soy el hombre casado mas feliz del mundo". Lo mire y trate de entender que significaba felicidad para el pues me lo dijo serio, casi sin mover los labios.

Ahora el intranquilo y nervioso era yo. Pensé que lo mejor era dispararle la noticia a quemarropa: "Mi hermana sufrió un accidente y perdió la memoria, no se acuerda de usted". El hombre, sin perder la compostura me dijo, esta vez un poco mas serio que lo normal: "digánle que esta casada para que se porte bien, no se me vaya a descarrilar mi mujercita". Acordamos, que apenas ella  se sintiera mejor el volvería a la oficina y de ahí la llamaríamos. Paso una semana y mi hermana nada que quería saber ni hablar con el. La convencieron de que aceptara una sola llamada por cortesía, así lo hizo. "Una sola llamada para complacerlos a ustedes y después hago de mi vida lo que quiera yo". Dijo muy resuelta.

Lo que mi supuesto cuñado le dijo entre dientes cuando hablo con ella nunca lo supe, pero lo cierto fue que a la semana siguiente, ella estaba en Nueva York viviendo con el.

Imposible tratar de juntar una pareja mas dispareja. Ella con alas para volar a todas partes, el con muletas, incapacitado para salir y socializar. El agua y el aceite, el día y la noche, dos caminos diferentes unidos en un cruce momentáneo de la vida. Los roces, las peleas, los encontrones comenzaron muy temprano. El la quería encasillar, domar, supeditar, ella se revelaba, se soltaba de las ataduras y volaba fuera de la jaula. Tomaron nuevamente caminos diferentes, cada uno por su lado. Así como se conocieron, así se despidieron, rápido, divorcio express.



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